El papa Benedicto XVI, defensor de la identidad cristiana de Europa, emprenderá el martes un viaje aventurado a la Turquía musulmana, que llama a la puerta de la Unión Europea (UE), once semanas después de una fuerte polémica desatada por sus declaraciones sobre el islam.
Este viaje de cuatro días por Ankara, Efeso y Estambul, el primero de Benedicto XVI en tierras del islam, se desarrollará bajo estrictas medidas de seguridad.
El Sumo Pontífice podría recibir una acogida glacial, tanto de parte de las autoridades políticas, como de la población, musulmana en un 99%.
Por de pronto, el jefe del gobierno, Recep Tayyip Erdogan, y su ministro de Relaciones Exteriores, Abdulá Gul, no estarán en el país para recibirlo, sino en una cumbre de la OTAN en Riga.
Los actos de protesta ya hicieron acto de presencia.
Y eso que Turquía, consciente de la importancia de dar una buena imagen en el extranjero mientras negocia su entrada en la UE, se ha propuesto hacer todo lo posible para que el viaje sea un éxito.
El motivo inicial del viaje del jefe de la Iglesia católica a Turquía es una cumbre que mantendrá en Estambul con el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I, el representante espiritual de los ortodoxos.
El 30 de noviembre está previsto que los dos dignatarios hagan pública una declaración conjunta sobre su voluntad de reconciliar a las dos principales ramas del cristianismo, separadas desde hace un milenio.
Pero once semanas después de un desafortunado discurso del Papa en Ratisbona (Alemania), en el que parecía identificar islam con violencia, se ha generado una gran expectación en torno al mensaje que transmitirá a los musulmanes.
El presidente de la comisión para asuntos religiosos, Ali Bardakoglu, la principal autoridad musulmana en Turquía, fue uno de los primeros en condenar ese discurso, estimando que daba «una visión parcial y llena de prejuicios» del islam y reflejaba «el odio» que el Papa lleva en su corazón.
Benedicto XVI alegó que lo habían malinterpretado y no desperdició una ocasión para reiterar su apego al diálogo con el islam. Varios dignatarios de diferentes países tomaron nota.
Este viaje «no resolverá todos los problemas pero será un buen paso en la dirección del diálogo», estimó el miércoles Bardakoglu.
«Pero es probable que el incidente siga marcando la imagen del Papa entre los pueblos musulmanes», reconoció un prelado del Vaticano que pidió el anonimato.
En este contexto, el Santo Padre tendrá dificultad para abordar uno de sus temas preferidos, la libertad religiosa de las minorías cristianas en los países musulmanes.
«Hay muchas incógnitas en este viaje de alto riesgo, pero lo que vaya a pasar dependerá también de Benedicto XVI», de su capacidad para elegir las palabras que lleguen al corazón, añadió el prelado.
El desafío es enorme, teniendo en cuenta que el Papa llega precedido por una reputación nada favorable.
En 2004, durante el pontificado de Juan Pablo II, el entonces cardenal Joseph Ratzinger declaró públicamente que una entrada de Turquía en la UE sería «un gran error», una opinión personal que no reflejaba la postura oficial del Vaticano.
El cardenal Tarcisio Bertone, nuevo secretario de Estado nombrado por Benedicto XVI, afirmó el 7 de noviembre que la Santa Sede «ni tiene ni quiere tener derecho de veto sobre nadie para una adhesión a la Unión Europea».