Acabamos de ser testigos del último acto terrorista, que se desencadenó dentro de un transporte de rutas cortas, con saldo de ocho personas muertas, que sin deberla ni temerla pasaron a engrosar las estadísticas de 17 asesinatos diarios en Guatemala, dato que aparece en las pantallas de la computadora. Cada vez que se escribe la palabra «Guatemala», el cursor nos recuerda, sin mala intención, en qué situación vive este país, dentro de la deplorable administración del ingeniero Colom.  Las compañías turísticas estadounidenses recomiendan a los viajeros cambiar el destino de sus vacaciones, por ser Guatemala un país inseguro; temen que en cualquier momento secuestren un bus lleno de turistas, con el único objetivo de matar, para ver de qué color es la sangre de los gringos.  Detrás de estas mentes delirantes existe un propósito, y es el que paga la acción terrorista.  Cuando leemos en los diferentes periódicos las noticias diarias, jamás esperamos que el Presidente inaugure un caserío con agua potable, escuela, puesto de salud, que se preocupe porque las veredas, senderos, sean transformados en caminos reales, para que entre el progreso a esa comunidad. ¡Ni más faltaba!  La única inauguración de carretera fue la que hizo el Presidente mexicano Calderón, el año antepasado, para llevarse las maderas, flora y trasiego de drogas; desde ahí los Zetas se mueven con más holgura, hasta tomaron la decisión  de hacer largas temporadas en tierra ajena, diversificando sus actividades en la instalación de una casa chica en Guatemala.  No nos llamemos a engaño, el tiempo se acabó y el ingeniero Colom no trabajó más que para cumplirle los caprichos a la mujer que comparte destino en su vida.  La señora Torres no se ha sacado la espinita de haber perdido la contienda, cuando se desplazó dentro de las filas de la guerrilla; ese es el afán de humillar al Ejército, y los narcotraficantes, que son más listos que el hambre, le tomaron la medida a la mujer vengativa poniendo a su disposición cualquier cantidad de dinero, para que haga micos y pericos, con la deuda pendiente que flota en la insatisfacción de Torres.  Mientras tanto, los Zetas se han ensanchado a todo lo largo y ancho del territorio guatemalteco, seguros que nadie actuará en su contra, porque tienen al Gobierno agarrado por los óvulos.  Así las cosas, veremos cómo la candidatura va ir decayendo, por las duras y las maduras, y el nuevo trato se hará con el que firmó la paz, pero no puso la rosa blanca. La gente, a sabiendas que solo cambiaremos de estaca, no está en disposición de ser mangoneada por una hembra vieja.  Es preferible que nos vistamos de zapote y nos amarremos los machos.  Al fin que el cambio no será del cielo a la tierra.