Atacado en su estado adoptivo de California, Arnold Schwarzenegger está redescubriendo los placeres sencillos de Austria, su país natal.
En Viena, donde asiste a una conferencia ambiental, el exgobernador inició su discurso ayer en alemán, no en inglés. Y no habló de temas verdes sino de lo que echa de menos en California: «la música de Mozart» y «un jugoso wiener schnitzel», un filete empanizado vienés.
Dijo que se sentía «extremadamente feliz de estar aquí otra vez». Y el Terminator aseguró que regresará en los próximos meses para inaugurar un museo dedicado a él en su pueblo natal de Thal, cerca de Graz.
La popularidad de Schwarzenegger en Estados Unidos, que caía en picada cuando terminó su período como gobernador el año pasado, se hundió aún más al revelarse que tuvo un hijo con una empleada doméstica.