Aristas del asesinato de Rodrigo Rosenberg (2)


Las heridas profundas e indelebles que ha dejado el caso Rosenberg son incontables. Es como si el abogado Rosenberg hubiera tomado una enorme piedra y la hubiera dejado caer en medio de un gran charco; las ondas producidas por el golpe de la piedra a la mitad del charco obviamente tocaron y seguirán tocando todas las orillas de ese charco, en consecutivas andanadas.

Roberto Arias

No se hará análisis de la personalidad o el comportamiento del señor Rosenberg, porque este es un caso que debe verse desde los puntos de vista social, polí­tico y económico, más que desde el punto de vista personal, porque esta es una cuestión que incumbe a toda la ciudadaní­a, en virtud de que todos los guatemaltecos, de una u otra forma salieron afectados. Naturalmente, debe tomarse en cuenta la enfermedad que padecí­a el abogado Rosenberg: Trastorno afectivo bipolar, según indicó la periodista Frida Modak y que hace bastante tiempo es un secreto a voces en los ámbitos pertinentes. De acuerdo a la tesis de la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG, de una manera inverosí­mil el mismo abogado planificó, contrató y ejecutó su propia muerte. ¿Qué fue lo que verdaderamente impulsó al señor Rosenberg a cometer semejante atrocidad? ¿Qué fue lo que lo disparó a decir las mentiras o alucinaciones que profirió en su video y que polarizaron a los guatemaltecos? ¿Qué profundo sentimiento y sufrimiento embargaban al espí­ritu del señor Rosenberg como para realizar una planificación criminal tan larga, anulando su propia conciencia? La ejecución fue frí­amente planificada. Probablemente sin saberlo y sin quererlo, el abogado Rosenberg arruinó la vida de dos empresarios, grandes amigos y primos suyos, quienes imprudentemente realizaron un acto ilegal con la intención de asistirlo para hacerle justicia cometiendo un crimen, sin imaginárselo, contra él mismo. Esto dejó al descubierto lo que los guatemaltecos infieren, pero ahora con suficientes pruebas de cómo actúan personas de algunos estratos económicos y sociales en Guatemala para dirimir problemas de í­ndole legal o económica. Estos hombres de negocios, los hermanos José Estuardo y Francisco José Valdés Paiz truncaron sus carreras comerciales y su propia vida, en el afán de convertirse en justicieros, con lo cual enlodaron a toda la familia y se convirtieron en antihéroes. El proceso de captura y juicio de los hermanos Valdés Paiz, sin lugar a duda, persistirá en el tiempo como un golpe certero al sufrimiento y la economí­a de las familias que conforman el cí­rculo familiar de estos hombres que probablemente estaban destinados a destacar con mayor amplitud en los cí­rculos comerciales y/o industriales de la región. Ahora se conoce públicamente su sentir y actuar. Puede aquí­ ejemplificarse cómo honorables familias enteras son laceradas por el uso de la violencia que persiste en Guatemala, siendo algunos de ellos propulsores de esa misma violencia. Si quienes claman por seguridad producen violencia, entonces: ¿Quién podrá parar la violencia en Guatemala? Como enorme tragedia, el caso que ahora se analiza en varias entregas en esta columna periodí­stica, conlleva la idea de tomar de la mano a nuestro lector y llevarle a considerar el enigma del ser humano como ente pensante y emocional, así­ como los actos que éste puede consumar dentro de los conceptos del bien y del mal y que asombran al espectador más allá de la imaginación de los más grandes escritores de éste y otros géneros.