El aumento de los precios al consumidor no para, el Banco Central se está quedando sin reservas y el peso ha sufrido su mayor devaluación en 12 años.
Sin embargo, en lugar de salir a protestar, los argentinos han vuelto a echar mano a su experiencia comprobada para hacer frente a la inestabilidad.
La inflación ha alcanzado casi 30%, en tanto que el peso ha retrocedido 15% frente al dólar en los últimos días. Pero Argentina ha vivido cinco crisis económicas mucho peores desde la década de 1930.
Así las cosas, algunos argentinos han comenzado a acaparar dólares, mientras otros compran bienes o invierten sus ahorros en bienes raíces.
Tras el aumento reciente al pasaje del transporte público, más personas se desplazan en bicicletas. Comen menos en restaurantes y cocinan más en casa. Compran copias pirateadas de las películas más recientes en vez de ir al cine.
Sofía Basualdo, de 43 años y maestra de Geografía, reaccionó al aumento de la inflación con numerosas compras para ganarle la carrera a los precios.
«Si hoy pago un peso por un producto, la semana entrante quizá tendré que pagar dos», dijo Basualdo mientras salía de un supermercado en Buenos Aires con un carrito lleno de productos. «En este país, cuando huele a inflación, lo mejor es comprar y ahorrar», afirmó.
Muchos argentinos dicen que las dificultades económicas del momento no son tan graves como el colapso financiero entre 2001 y 2002 en el país. El desempleo se mantiene relativamente bajo y muchas personas se benefician de subvenciones del gobierno. Sin embargo, les preocupa que el país pudiera estar en un momento crucial.
«La gente ha comenzado a adoptar medidas defensivas para sobrevivir», expresó Jorge Raventos, analista político y exportavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores. «La gente ha soportado este sube y baja, pero es difícil saber cuánto aguantarán antes que exploten», agregó.
Aunque es extremadamente difícil por las estrictas disposiciones, algunas personas y empresarios han logrado sacar en los últimos años sus dólares de Argentina para protegerse de la inflación. El viceministro de Economía, Axel Kicillof, calculó el año pasado que los particulares y compañías han sacado del país divisas no declaradas por un monto de 200 mil millones de dólares.
Pero al igual que la mayoría, Carlos Partcha, periodista retirado de 80 años, recurrió a la medida sencilla de comprar dólares y guardarlos debajo del colchón. Y así ha seguido haciéndolo durante más de una década.
«Ya no confiamos en nada. Ni siquiera en las instituciones bancarias», afirmó Partcha. «Yo ahorraba en dólares y cuando los bancos congelaron los depósitos en 2001 me devolvieron pesos y perdí mi dinero», apuntó.
«Ya estamos muy acostumbrados a estos niveles de incertidumbre que hemos desarrollado una especie de rutina para enfrentar» la inestabilidad económica, indicó.
La crisis de hace 13 años fue tan terrible que uno de cada cinco argentinos se quedó sin trabajo y hubo quienes supuestamente sufrieron hambre. El peso, que estaba a la par del dólar, perdió casi 70% de su valor.
Los bancos congelaron los depósitos y se atrincheraron detrás de planchas de metal mientras miles de manifestantes trataban infructuosamente de retirar sus ahorros. Al menos 27 personas perdieron la vida en la ola de protestas y saqueos que asolaron al país en diciembre de 2001, cuando la segunda economía de Sudamérica se desplomó y declaró una mora en el pago de su deuda de más de 100 mil millones de dólares. En un período de dos semanas el país tuvo cinco presidentes.
Restaurar el orgullo y la soberanía de Argentina después de aquel derrumbe ha sido el objetivo central de la presidenta Cristian Fernández y de su difundo esposo y predecesor, Néstor Kirchner. Entre los dos negociaron o liquidaron la mayor parte de la deuda, nacionalizaron el sistema de pensiones y recuperaron el control de la aerolínea y la empresa petrolera nacional.
También mantuvieron barata la energía mediante subsidios y echaron mano a las arcas de la nación para encauzar recursos a beneficio de los pobres.
Durante muchos años, Argentina tuvo un crecimiento anual de 7%, impulsado por los altos precios internacionales de la soya y otros productos agrícolas.
Sin embargo, Argentina padece ahora escasez de dólares, una de las tasas inflacionarias más altas del mundo y la incapacidad de recurrir a los mercados internacionales de crédito debido a su moratoria.
Según previsiones, la economía argentina crecerá este año no más de 1.5%, principalmente debido a los bajos precios de los productos agrícolas y el descenso de las compras de China a este sector del país.
La política del gobierno de nacionalizar empresas también espantó a los inversionistas.
Según proyecciones, Argentina cerró el año pasado con una inflación de 28% y podría ser mayor en 2014, situación que ha obligado a negociaciones de sueldos y precios.