Argentina bebió este año otro trago amargo de la Copa Davis, al perder por tercera vez en la historia la final y para colmo de males en su casa, con las mejores raquetas del país, y frente a una España diezmada por una lesión del mejor del mundo, Rafael Nadal.
Los españoles remontaron la adversidad, sacaron fuerzas de flaqueza, no se dieron por vencidos ni aún vencidos, hicieron oídos sordos al aliento estremecedor de 10 mil argentinos en el estadio y ganaron 3-1 en el balneario de Mar del Plata, al sur de Buenos Aires.
«España jugó muy bien. La ausencia de Nadal los unió aún más», reflexionó abatido e inconsolable Alberto «Luli» Mancini, antes de confirmar el fin de su ciclo como capitán de la «Legión» argentina.
A su lado, sólo estaba sentado José «Chucho» Acasuso, número 48 en el ranking, con los ojos aún enrojecidos de llorar de impotencia y tristeza, luego de caer ante Fernando Verdasco (16), uno de los héroes de la «Armada» que conquistó así por tercera vez la Ensaladera de Plata.
Una de las sillas vacías la dejó David Nalbandian (11), el «Rey», el mejor tenista argentino de la década e idolatrado por su tesón en representar los colores, que se marchó del estadio Malvinas abrumado por la derrota.
«Estos serán los cinco puntos más importantes de la historia del tenis argentino. Es una oportunidad histórica», había declarado Nalbandian antes de aplastar en el primer punto a David «el Maestro» Ferrer (12) en tres sets corridos, mientras los hinchas coreaban «Â¡Maradona, Maradona!».
El unquillense se había preparado durante semanas a toda máquina y entrado con sed de gloria a una pista de cemento pintada y repintada doce veces hasta quedar a medida de los argentinos.
Otra silla vacante junto a Mancini, en su segundo revés en una final después de perder con la Rusia de Marat Safin en 2006, la dejó la joven revelación Juan Martín Del Potro (9), cuya deserción en medio de la serie fue peor para Argentina que para España no tener a Nadal.
Del Potro, de 20 años, había llegado tarde a Mar del Plata, maltrecho por un año tan exitoso como agotador y somnoliento luego de jugar en China el Masters de Shangai.
La «torre» de casi dos metros de Tandil (centro) le ganó 6-4 el primer set a Feliciano López (31), pero el otro héroe español lo dio vuelta con sendos tie break y un cuarto set fácil con Del Potro casi desgarrado.
La lesión fue el momento fatal para Argentina, porque tuvo que mover en el tablero al «Rey» Nalbandian para incluirlo a último momento en el dobles y jugarse la vida en una pareja despareja con Agustín Calleri (60).
La esperanza argentina se hizo añicos en el dobles, frente a dos zurdos, el toledano López y el madrileño Verdasco, quienes le ganaron un tercer set para el infarto, porque estaban al frente 5-2 y luego perdían 5-1 el tie break, pero dieron batalla y salieron airosos.
«La victoria de Nalbandian fue una obra de arte. Pero tenemos la mala suerte de la lesión de Del Potro. El dobles ganaban fantásticamente, hasta el momento de una doble falta y ahí se terminó todo», opinó Guillermo Vilas, ex «top ten» en los años 70 y leyenda del tenis argentino.
Ni siquiera con Vilas, con sus 62 títulos ATP, cuatro Gran Slam, un Masters y 57 victorias en la Davis, Argentina pudo ganar la final, al caer en 1981 contra el Estados Unidos de John McEnroe.
La Ensaladera sigue siendo un sueño inalcanzable para los argentinos y una deuda en su rica historia tenística.