En el marco de su ofensiva para controlar la creciente inflación, el Gobierno acusó hoy a la petrolera angloholandesa Shell de mostrar una «actitud conspirativa y atentatoria contra los intereses del país» por haber aumentado 12% el precio de sus combustibles.
«No tiene razonabilidad técnica», sostuvo en una rueda de prensa el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, sobre el incremento que rige desde esta madrugada. El funcionario dijo que la empresa actúo de forma «unilateral» y denunció que le mueve «la codicia, la estrategia de imponer condiciones como grupo económico».
Shell dijo en un comunicado reproducido por medios periodísticos que el aumento responde «la evolución de las distintas variables que afectan el mercado de los combustibles en la Argentina» y al «fuerte incremento en pesos que se está produciendo en el costo del petróleo crudo, nuestro principal insumo».
En gasolineras de Buenos Aires se vendía la gasolina Súper a 10,48 pesos (1,30 dólares), la Premium a 11,86 (1,47 dólares) y el gasoil a 9,32 (1,16 dólares). La inflación, que está en 28% según economistas privados, es una de las principales preocupaciones de los argentinos.
Capitanich indicó que el gobierno venía trabajando en una estrategia «que permitía el diálogo entre las partes para trabajar toda la cadena de valor, todo el sistema de abastecimiento de crudo y el precio final del bien…para generar las condiciones de abastecimiento y fijación de precios».
Según medios de prensa económicos, días atrás las principales compañías petroleras que refinan y comercializan productos en el país no tenían previsto modificar los precios que le llegan al consumidor.
Al continuar con sus críticas a la empresa, Capitanich recordó que Shell realizó supuestas maniobras especulativas en una de las jornadas de enero en que el peso argentino sufrió una fuerte devaluación de más de 15%. El ministro coordinador señaló, tal como denunció el gobierno en ese entonces, cuando denunció que Shell compró 3,5 millones de dólares, que la empresa hizo «una operación cambiaria junto al (banco) HSBC» para llevar el tipo de cambio a 8,40 pesos.
Después, según operadores del mercado, el Banco Central salió a vender 100 millones de dólares para volver a la situar a la divisa por debajo de los 8 pesos.
Juan José Aranguren, presidente de la filial argentina de Shell, rechazó la maniobra especulativa en declaraciones al diario económico «El Cronista» al señalar que la empresa compró divisas para importar y girar dividendos previamente autorizados por la entidad monetaria al precio que le fijó el banco HSBC.
Shell tuvo en 2005 un entredicho con Néstor Kirchner, fallecido marido y antecesor de la presidenta Cristina Fernández, cuando el entonces mandatario llamó a un boicot contra la petrolera porque ésta había aumentado los precios.