Argelia se despertó conmocionada hoy tras el doble atentado de islamistas suicidas en Argel, afectó a uno de los símbolos del poder, el Palacio de Gobierno, y reavivó la angustia de un retorno a los «años negros» del terrorismo.
Las familias de las víctimas se disponían a enterrar a sus muertos, que según el rito musulmán deben recibir sepultura en las 24 horas siguientes a su fallecimiento.
En un comunicado publicado ayer, día del doble atentado, en una web islamista, el grupo Al Qaeda del Magreb lo reivindicó y afirmó que fue cometido por tres suicidas, de quienes mostró su imagen.
Se trata del atentado terrorista más mortífero desde el del 9 de noviembre de 2005 contra tres hoteles en Ammán (Jordania), que causó 60 muertos y fue reivindicado por la rama iraquí de Al Qaida.
Los argelinos adelantaron su regreso a casa en la tarde del miércoles para seguir los informativos de las cadenas extranjeras.
Las calles de Argel estaban vacías y sombrías, en contraste con la iluminación habitual de la imponente fachada del Palacio de Gobierno, sede del primer ministro, que quedó reventada en el ataque.
El centro de El Biar, en la zona alta de la ciudad, así como las plazas de los Mártires, Puerto Said y Primero de Mayo, habitualmente animadas la víspera del fin de semana musulmán (jueves y viernes), estaban desiertas, de no ser por algunos jóvenes en pequeños grupos apoyados contra la pared.
Los agentes de seguridad, no más numerosos que de costumbre, escrutaban con mayor celo a los conductores y les hacían reducir la velocidad de sus vehículos.
La llamada ciudad del 5 de Julio de Bab Ezzouar, en la periferia este, camino al aeropuerto, que fue el escenario del segundo atentado, casi simultáneo al primero, quedó sumida en la oscuridad. Apenas se distinguía alguna silueta furtiva al caer la noche.
«Vuelvo a estar angustiado», afirmó Amria Abdelmumen, directivo de una empresa pública, recordando los años negros del terrorismo, entre 1990 y 2000, cuando vivió «con el temor diario de dejar tu casa y no volver más», confesó.
«Nos prometieron que ellos (los islamistas) no volverían y que vivíamos los últimos estertores de estos locos de Dios», se lamentó Abdelmumen.
Argel no sufría un atentado desde hace casi cinco años. Como las otras grandes ciudades argelinas, está rodeada de vallas a la entrada de las zonas habitadas. En los últimos días se registraron varios avisos de bomba e incluso se llegó a desactivar algún artefacto, según la policía.
Además, el sábado se produjo un duro enfrentamiento entre el ejército y un grupo islamista en Ain Defla (oeste de Argelia) que costó la vida a nueve militares.
Todas estas señales hicieron aún más insidioso entre la población el miedo a un atentado , pese a los esfuerzos tranquilizadores de las autoridades afirmando que sólo eran «efectos de propaganda» de los islamistas.
«Los policías están ahí, como siempre, en las calles, pero es la vigilancia preventiva la que falta», se quejó Said Ait Hamuda, comerciante del centro de la ciudad para quien «los islamistas lograron que nos durmiésemos y pasaron a la acción por sorpresa».
Los dos atentados que se registraron ayer en Argel causaron 33 muertos, según un nuevo balance anunciado a la prensa hoy por el ministro argelino de Interior, Nureddin Zerhuni.
El último balance de los servicios de Protección Civil era de 24 muertos y 222 heridos.
Según Zerhuni, que hizo una gira por los diferentes hospitales, ya sólo quedan 57 heridos internados. Los otros fueron dados de alta y regresaron a sus domicilios.