«Aquí­ siempre es de noche», de Byron Quiñónez


Quiñónez, Byron.

La novela «Aquí­ siempre es de noche» del escritor guatemalteco Byron Quiñónez ganó el III Premio Nacional de Novela Corta Luis de Lión.

Mario Cordero ívila
mcordero@lahora.com.gt

í‰sta es su segunda novela, después de «El perro en llamas» (2008, Editorial Cultura, Guatemala; 2008, Editorial Yellow Books, Chile), y su tercer libro, siendo el primero «Seis cuentos para fumar» (2001, Editorial X, Guatemala; 2007, Libros Mí­nimos, Guatemala).

El libro se inscribe dentro de la aún incipiente novela negra en Guatemala, es decir, la novela policí­aca o detestivesca, en la cual el protagonista (detective, necesariamente) sea poco ortodoxo y se acerca más al antihéroe.

Quiñónez mismo se está convirtiendo en el autor más sólido en este género, ya que «El perro en llamas» pareciera ser una primera parte de «Aquí­ siempre es de noche», ví­nculo que lo ofrece el detective José Abel Rosanegra, protagonista de ambas novelas.

Además, recuerda detalles de «El perro en llamas», como una conversación con Theophilus, antagonista de la primera novela. Asimismo, desea realizar una especie de «panteón» detectivesco dentro de la misma novela, al citar a Washington Chicas, detective de la novela «Dí­as amarillos» de Javier Payeras, y Wenceslao Pérez Chanán, detective de la novela «Relatos policiales» de Francisco Alejandro Méndez, que se circunscriben en este mismo género negro.

De tal forma, creerí­a que «Aquí­ siempre es de noche» será parte, en adelante, de una posible serie de novelas negras de Quiñónez, y que bien se podrí­an compilar una tras otra en una edición posterior. La ventaja es que ambas novelas -y al parecer ése es el gusto y la tendencia del autor- son cortas, de poco menos de cien páginas.

Esta posibilidad también me la hace creer en una serie de pasajes aparentemente inconexos dentro de la misma novela, como el ya referido capí­tulo con Theophilus, que se mencionan y que tienen relación con la novela anterior (como la referencia al comisario Mendoza, que ya aparece como jubilado), o que pudieran tener referencia a otros relatos o novelas posteriores, por lo que recomendarí­a al autor publicarlas todas juntas, porque aisladas parecerí­an que la trama es débil

Básicamente, lo que vale la pena de esta novela es la ambientación en un paí­s (Guatemala), en la que se hace referencia en la problemática actual, especialmente en la impunidad, la inseguridad, el tráfico de drogas, el crimen organizado, los asesinatos, etc.

Rosanegra es un buen detective, pero que muchas veces tiene que hacerse de la vista gorda, y que sabe que, pese a tener evidencias para inculpar a delincuentes, la cleptocracia que nos rige no permitirá condenarlo, por lo que prefiere la Ley Fuga, o bien aprovecharse de la ocasión para tener los favores de tener privilegios, como mercaderí­a pirata regalada, drogas, poder de venganza y, especialmente, tener protección.

La trama se desarrolla en la ciudad de Guatemala. A pesar de que algunas locaciones refieren otros municipios, como Milpas Altas, las descripciones de los ambientes alcanzan su perfección estética en el Centro Histórico de la capital. Los bares, los restaurantes, las ventas informales, los callejones, los pasajes…, son referidos con bastante precisión y ofreciendo el tono que puede hacer conocer el clima.

Otro aspecto loable es el buen ritmo de lectura, que lo da gracias a las buenas descripciones, como dije, así­ como un buen uso de lenguaje, con frases coloquiales, que rayan entre el humor y el ingenio, al igual que los comentarios, que sólo pueden atribuí­rsele al narrador omnisciente.

Por ejemplo: «La rabia siempre es útil para anular la tristeza.» «-Se mira bien, comisario. Hasta chapudito está…// -La buena vida y la poca vergí¼enza, usté. Salú.» «A nadie le gustan los funerales, a menos que sean los de un enemigo.»

* Don Quijote de la Mancha, primera parte, capí­tulo 6.