Aquí­ no lloró nadie


«Aquí­ no lloró nadie, aquí­ sólo queremos ser humanos; comer, reí­r, enamorarse, vivir; vivir la vida, no morirla».

Otto René Castillo

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Luego del revés contra la CICIG en el Congreso, la actual Legislatura se ha convertido en la peor de los últimos años. No sólo porque no han logrado aprobar ningún decreto de peso, sino porque, si se observa, los temas por tratar tocan directamente el bolsillo de los poderes paralelos. La ley de adopciones, la del gas, la de celulares, la de armas y municiones, la de policí­as privadas, la de circos, la de planificación familiar, son algunos de los ejemplos. Algunos se han caracterizado por aprobarse (o intentar) para favorecer los ilí­citos, y otros han buscado que no entren en agenda.

Todas las leyes, por cierto, han estado vinculadas a posibles hechos ilí­citos, que con su práctica ofrecen grandes sumas de dinero: la venta de niños, el contrabando de cilindros de gas, el robo y flaseho de celulares, la entrada de espectáculos extranjeros, venta de abortivos peligrosos para la salud de la mujer, etc.

Lo de la CICIG es sólo el broche de oro de la Legislatura actual (dude de que conozcan otra ley en lo que queda del perí­odo); aprobar la entrada de la CICIG, es aprobar el que se pueda investigar esas «gusaneras» (como dirí­a, con toda propiedad, el vicepresidente Stein) que algunos diputados han «legislado» o bloqueado (algunas de las leyes -la del gas, la de circos, por ejemplo- no se han aprobado).

Lastimosamente, algunos de esos diputados «engusanados», bloqueadores de «ciciges» y leyes de armas, ya están ubicados en los primeros lugares de las casillas para el próximo perí­odo del Congreso. Es deci, que la próxima legislatura será, al menos, igual, o peor.

Mientras se desví­a el tema de la aprobación de la CICIG (con temas como la disputa interna de la UNE o el supuesto «conflicto de intereses» de La Hora señalado por Armando de la Torre -quien, por cierto, criticaba a gritos a la CICIG en su otrora programa radial Milenio 3 en Emisoras Unidas), un narcotraficante es liberado con suma facilidad; parejas de extranjeros aprovechan el verano del hemisferio norte para venir a comprar niños robados a Guatemala; la violencia continúa elevando el número de asesinatos diarios, y Guatemala sigue siendo pieza clave para el tráfico ilegal de armas (noticia que, por cierto, ningún medio sacó, sólo La Hora, pese a nuestra «poca objetividad»). En suma, Guatemala sigue sin CICIG y, por tanto, sigue siendo paraí­so para todo lo malo.

El Colectivo de Organizaciones Sociales (COS) impulsa su «contracampaña» de no votar por militares, por genocidas, por corruptos ni por pastores evangélicos (esa me la acabo de inventar); es decir, que prácticamente están aconsejando por no votar, a excepción de que Francisco Arredondo encontrara un partido (en ese caso, el COS hubiera dicho: «No vote por ingenuos»). La propuesta de la contracampaña, no sólo es viable, sino que es una buena opción.

La abstinencia, habitualmente, no es tomada en cuenta por los analistas ni por los polí­ticos. Sin embargo, cuando un pueblo decide «no elegir», los funcionarios electos no son legitimados. En ese caso, a pesar de haber «ganado» las elecciones, tendrí­amos derecho a levantarnos y optar por la desobediencia civil.

En estos dí­as me he sentido muy incómodo por este tema, y he caminado por las calles y me he subido a las camionetas para percibir el sentir de la gente. Me parece que para la gran mayorí­a, este tema del bloqueo de la CICIG pasa sin desapercibido. En la Plaza de la Constitución, la gente seguí­a leyendo las páginas de deportes más que las noticias de polí­tica. Vi a la gente reí­r, trabajar, vivir, ajenos a estas «gusaneras».

Así­ como dijo Otto René Castillo: «Aquí­ no lloró nadie». Los polí­ticos engusanados deben saber que poco nos importan sus negocios ilí­citos, aunque nos afecten seriamente. (http://diarioparanoico.blogspot.com/)