Cada día aparecen más evidencias sobre lo ocurrido el año pasado en la acción para «retomar el control» de Pavón y hacer a un lado a los presos que conformaban el comité de orden. Hay que recordar que cuando eso ocurrió la sociedad guatemalteca en su conjunto manifestó su beneplácito porque era inaudito que los criminales estuvieran al mando en el principal centro de detención y la explicación oficial fue que los miembros del comité opusieron resistencia y, ante ello, las fuerzas de seguridad tuvieron que reaccionar, acción en la que «perdieron la vida» siete de los reos identificados como de los más peligrosos.
ocmarroq@lahora.com.gt
Las evidencias que aparecen apuntan a que no hubo enfrentamiento armado con los reos, que éstos no opusieron resistencia y que tras ser reducidos al orden junto al resto de la población reclusa, fueron separados y luego aparecieron muertos. Si así sucedió, habría ocurrido una ejecución extrajudicial, extremo que algunos sospecharon desde aquellos días. El informe del Procurador de los Derechos Humanos sobre los sucesos apunta a esta teoría que ahora se ve reforzada por la publicación en El Periódico de nuevos detalles y nombres de participantes en el operativo.
El caso es que, aun entendiendo que a los reos peligrosos los ejecutaron, buena parte de la población sigue considerando que la medida fue buena. Tanto así que uno de los responsables hizo un salto importante en su carrera política y hoy es candidato presidencial precisamente por la «buena imagen» que le generó esa acción para retomar el control del penal. Y en reacción a las críticas que grupos de derechos humanos y el mismo informe del Procurador hicieran, no faltaron opiniones que sostuvieron sin empacho alguno que, siendo delincuentes los muertos, no importaba cómo se hubiera hecho el trabajo. Que lo determinante es que al fin se resolvió el problema de la falta de control en el presidio. Hoy vemos que el problema en los presidios no se resolvió ni por asomo, porque si así fuera los cuatro del Boquerón estarían vivos, pero eso parece ser harina de otro costal.
Mi preocupación es porque como colectivo social nos hicimos de la vista gorda ante la evidencia apabullante de que en Pavón se procedió extrajudicialmente y aplaudimos todos, hasta rabiosamente, la forma en que se procedió en aquel momento. Lo que no llegamos a entender entonces y aparentemente tampoco entendemos ahora, es que esa sí que es una forma grave de sembrar vientos y que tarde o temprano teníamos que cosechar las tempestades.
En términos generales, la misma limpieza social que oficialmente se niega, ha sido de alguna manera si no aplaudida por lo menos aceptada por una población que sabe que el Ministerio Público no funciona y que los tribunales no sancionan el delito. Así como la multitud frente a un hecho criminal se inclina por el linchamiento, ante la delincuencia común se terminó aceptando que grupos operando en la clandestinidad «hicieran la limpia» mientras las autoridades explicaban hasta la náusea que toda la violencia era simple resultado de la lucha entre pandillas rivales.
Los guatemaltecos en general, aceptamos tales procedimientos y cuando no los aplaudimos, como pasó con Pavón, volteamos la vista para no tener que reconocer ninguna clase de trabajo sucio. Por ello pienso que si todos somos parte del problema y todos hemos pecado aunque sea por omisión, es justo que ahora participemos para ser parte de la solución y que, de entrada, exijamos que nunca más se quiera combatir al crimen con acciones criminales ejecutadas al amparo de la impunidad.