Con estos escolios escritos con rapidez, que tienen como objeto ilustrar a nuestros lectores de La Hora sobre una de las fiestas más importantes de Guatemala y que concluiremos el día de hoy, Jueves de Corpus, al exponer algunos aspectos sobre el origen de la festividad del Corpus Christi en el mundo occidental y en particular en Guatemala.
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.
En España se expandió la celebración del Santísimo Sacramento en los años comprendidos entre 1314 y 1355. En toda Europa se caracterizó desde sus comienzos por la organización de suntuosas procesiones según lo establecido en las disposiciones del Papa Juan XXII, en las que participaba masivamente la población de ciudades y aldeas y a las que se incorporaron numerosas figuras alegóricas procedentes del paganismo que, además de añadir vistosidad a la fiesta y convocar la participación de las mayorías, mostraban a los participantes la imagen del espíritu del mal representado por estas figuras, sometido al poder del Santísimo.
Así a enanos, gigantes, águilas, serpientes, dragones, diablos, etc., que tenían un significado simbólico en vastas regiones, se unieron figuras procedentes de leyendas populares locales, lo que diversificó notablemente los elementos participantes según las regiones aun dentro de un mismo país.
A diferencia de las procesiones de Semana Santa, las del Corpus estuvieron siempre marcadas por el júbilo unido a la religiosidad, y en España se agregaron a ella además, danzas locales y representaciones teatrales que las enriquecieron en alto grado.
Durante los siglos XV y XVI fue la fiesta de Corpus el símbolo por excelencia del catolicismo español y luego hispanoamericano. En España su celebración alcanzó gran magnificencia y fue usada como parte de una cruzada contra los moros, cuya influencia quería ser combatida -misión casi imposible después de siete siglos de dominación, durante los cuales habían dejado profundísimas huellas en la cultura de la Península- y posteriormente, a continuación del Concilio de Trento (1545-1563) como manifestación pública de resistencia contra el Protestantismo que se expandía en otros países de Europa. Es por esto que podemos explicarnos en la procesión del Santísimo en algunas ciudades españolas -Toledo entre otras- la aparición de figuras que recibían el nombre de Ana Bolena, unidas a la de la Tarasca y otras representaciones del mal, presentes en las procesiones hispánicas, características de las grandes ciudades, que las comunidades pequeñas imitaron en la medida de sus posibilidades.
Las manifestaciones religiosas en las cuales es representativa la fiesta de Corpus Christi, constituyeron y aún lo son, un aspecto importantísimo de la cultura popular española, que han sido desde la antigí¼edad «fuente inagotable de inspiración para los artistas, músicos y poetas».
Parte de los elementos que conformaron las procesiones del Corpus Christi en España pasaron a las naciones latinoamericanas durante la época colonial y aún están vigentes en las danzas de «Diablos» de Venezuela, Bolivia, Guatemala (Totonicapán, Chimaltenango, Baja Verapaz y Quiché entre otros)) y de otros países del nuevo mundo, donde después de casi cinco siglos mantienen su carácter de danza sagrada y devocional en las comunidades en que se efectúan.