La fiesta del Corpus Christi es una de las más arraigadas en Guatemala desde los primeros tiempos del cristianismo en el Nuevo Mundo. Casi podríamos decir que desde el momento de la resemantización de la cultura guatemalteca, en el siglo XVII, cuando se cristaliza y consolida, la fiesta del Corpus fue una de las más importantes en la idiosincrasia y en la vida del guatemalteco. Al decir de don Ramón A. Salazar, a mediados del siglo XIX, las fiestas del Corpus Christi y la de la Virgen de Concepción rivalizaban en alegría, cohetes, procesiones y júbilo colectivo. Un tanto menguada por la mundialización de la cultura de nuestros tiempos, la fiesta del Corpus Christi sigue teniendo la misma trascendencia.
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.
En estos apuntes escritos a vuela pluma para los lectores de La Hora, veremos los lejanos orígenes de esta fiesta en Europa y España. El día de Corpus Christi -Cuerpo de Cristo- es una de las fiestas cristianas más tardíamente establecidas en la Edad Media europea, para ser conmemorada el octavo jueves después del Jueves Santo, que también corresponde al que sigue al domingo de la Santísima Trinidad. Es una fecha móvil que entra dentro del ciclo de fiestas religiosas del verano y para su celebración en Europa y particularmente en España, se unieron elementos de diverso origen étnico que se encuentran presentes también en otras festividades.
Recientemente la Iglesia Católica dispuso que la festividad del Santísimo Sacramento fuese conmemorada el domingo siguiente al día que tradicionalmente le correspondía. Sin embargo, en nuestro país, Guatemala, en las poblaciones en que es habitual su celebración, continúa realizándose el día jueves como lo indica la antigua tradición católica tridentina. Como antecedente de esta fiesta existió desde el siglo V, la celebración denominada Natalis Calicis que tenía lugar el 24 de Marzo y que coincidía en ocasiones con la Pasión de Cristo o Semana Santa, por lo que no podía ser conmemorada tan alegre y fastuosamente como la fecha lo requería, por ser un período de duelo y recogimiento.
Según la tradición cristiana fue la Beata Juliana de Monte Conillón perteneciente a la Diócesis de Lieja, Bélgica, quien el año de 1230 tuvo una visión en la cual aparecía la luna, que representaba la Iglesia Católica, con una mancha oscura en uno de los bordes, visión que interpretó -según relatos de la época, por revelación de Jesucristo- como la falta de una fiesta que honrase exclusivamente al misterio de la Eucaristía. Desde esta fecha comenzó a celebrarse en ciertas localidades de esta Diócesis la fiesta consagrada al Santísimo Sacramento generalizándose en toda ella hacia el año 1246. Desde allí se difundió a otros lugares de Europa, siendo el Papa Urbano IV, quien había participado en el culto al Santísimo en Lieja, el que primero contribuyó a su difusión por la promulgación de la Bula Transiturius de Hoc Mundo, el día 8 de Septiembre de 1264, donde se estableció la conmemoración del Corpus Christi o de la Eucaristía.
La redacción del Oficio de esta fiesta le fue encargada a Santo Tomás de Aquino y a San Buenaventura, prevaleciendo la versión del primero. Sin embargo, la nueva festividad encontró al parecer cierta resistencia en la Cristiandad, pues en 1311 el Papa Clemente V, se vio obligado a confirmarla en el Concilio de Viena y seis años más tarde, en 1317, Juan XXII volvía a reconfirmarla; instituyendo, ahora además del que habría de ser elemento más característico de la fiesta: una procesión en la cual la Sagrada Forma fuese paseada triunfalmente por las calles ofreciendo indulgencias por la participación de la población en las ceremonias del Corpus Christi.
Durante el período comprendido entre 1306 y 1325, la fiesta de Corpus Christi tuvo una gran divulgación también en Bélgica, Inglaterra, Alemania, Italia, Francia, Portugal, alcanzando en Francia, Portugal y España gran lujo y rumbosidad, a ella se incorporaron numerosos elementos característicos de las danzas denominadas Moriscas. Resulta paradójico ver que la fiesta de Corpus, que quería ser empleada como una cruzada contra los Moros, como ya hemos indicado anteriormente, uniese a su celebración tantos elementos procedentes del Oriente, y que se difundieron en toda Europa, excepto en Escandinavia: las danzas de simulacros de batallas o danzas de espadas, el uso de cascabeles en los trajes y empleo de máscaras; otro de los rasgos de las Moriscas, danzas en las que toman parte personajes masculinos ataviados de mujeres, payasos, danzas de caballitos (o la caballada), danzas de palo de cintas (o palo de mayo en Guatemala) donde los participantes utilizan coronas, etc. también presentes en otras fiestas rituales cristianas de otros períodos del año.