La Semana Mayor de este año llega con vientos calmos. Silencios y cielo despejado. Calor de la época; colores y olores a tradición. Con su presencia se produce un cambio de ritmo. De fervor y religiosidad para unos y de descanso y solaz para otros. El tránsito vehicular se atenúa. El Centro Histórico momentáneamente se atolondra con la presencia peatonal de quienes participan y de quienes contemplan los cortejos procesionales, indiscutible manifestación del legado romano a la consolidación del cristianismo como la religión predominante del mundo occidental.
wdelcid@intelnet.net.gt
Las horas serán empleadas para la distensión natural del conflicto que nos envuelve: la pasión política por el protagonismo, la lucha por hacerse de un mayor control en el manejo del poder (económico y político). El alza de la canasta básica y la agobiante criminalidad también en aumento, serán parte del coloquio obligado a comentar en cualquier esquina, ante la tranquila sonoridad de un paraje de nuestra ruralidad circundante, en la playa atiborrada, en la poza del río visitado o en la piscina en la que nos refugiemos momentáneamente para olvidar nuestro entorno, a sus principales intérpretes o a nuestros males personales.
En nuestro país el tiempo casi se detiene. Algunas personas laboran en estos días y a partir de mañana, al mediodía, lo laxo de la jornada se produce para las mayorías. En otros lados, vemos casi de reojo, se producen actos calificados de terrorismo. El mundo es sacudido de nuevo por la irrupción de hecho que trajo para sí decenas de víctimas inocentes del rechazo a una tendencia o a una actitud política. El metro de Moscú, fue víctima de un atentado. El fundamentalismo: irracional, cruel y fanático alimentado por su propia causa. Nutrido por el resentimiento en contra de la hegemonía ejercida. Retorcido y salvaje. El fundamentalismo así es. Es la antítesis de sí mismo y la máxima expresión del cerebro lavado.
Y en otra parte, ahora en nuestro hemisferio, hacia el norte, el FBI desmantela a un grupo fundamentalista (¡¿»cristiano»?!) que estaría planificando atentados contra policías, provocar el caos y así auspiciar el derrocamiento del gobierno federal presidido por Barack Obama. Ese es el mundo que nos rodea. Ese es el contexto que nos absorbe y en ese escenario discurren nuestras reflexiones, nuestras angustias, nuestros problemas, nuestras carencias y nuestras necesidades.
Es tiempo de reflexión también en lo positivo. Es tiempo para templar el espíritu y fortalecer nuestra alma hacia los grandes sueños, hacia las metas sublimes. Esas ya casi apartadas y negadas por las prisas de lo cotidiano, de lo mundano y de la materialidad. Pero es tiempo para ello, es necesario. Es importante y es consustancial a lo humano.
Quizás el tiempo se disipe rápida y vertiginosamente o lento y pausado discurrir. Lo trascendente puede y habrá de ser que revitalicemos nuestra visión de la misión que tenemos en nuestra propia historia. Si parte de eso habremos de alcanzar en esta jornada que está por iniciar, entonces, seguramente en poco lograremos paz interior. Tranquilidad y seguridad para encarar los desafíos que el lunes 5, el próximo lunes nos harán volver la vista hacia los retos a superar. Estas y otras ideas deambulan por mi mente. Estas y otras preocupaciones quizás por la de Usted apreciable lector. En todo caso, feliz encuentro consigo mismo. Y que estos días sean para nutrirse en cuerpo y alma.