La Luna es el satélite natural de la tierra, ella se tarda un período aproximado de 28 días en darle vuelta. Desde muchas culturas existe la creencia de que ella en sus distintas fases tiene efectos que repercuten en los seres vivos. El término lunático hace referencia a cambios conductuales compatibles con la descripción de una psicosis que han sido relacionados a la Luna.

Existen creencias, leyendas y relatos mitológicos de diferentes culturas, así como algunos estudios científicos de manera poco concluyente, que observan la relación de los cambios lunares y las posibles consecuencias en la salud, en la fertilidad, en los cultivos, en las mareas de los océanos, entre otras situaciones.

La Luna en el símbolo del yin y el yang representa la parte pasiva, mientras que el Sol la parte activa. Se ha descrito que en los jeroglíficos del antiguo Egipto es en donde se encuentran las primeras descripciones del efecto de luna sobre los seres humanos y que los egipcios antes de adorar al Sol como máxima figura adoraban a la Luna.

La diosa de la luna, Isis, de la mitología egipcia también conocida como la gran maga, gran diosa grande, fuerza fecundadora de la naturaleza, diosa de la maternidad y del nacimiento. De ella se encuentra una leyenda literalmente penosa respecto a su esposo Osiris. Los egipcios también relacionaban la Luna con los gatos, ya que éstos miran en la oscuridad y la Luna, es una luz que atraviesa la oscuridad de la noche. Pero otros animales también han sido relacionados con ésta, la rana, el sapo, la liebre y el conejo.

La deidad suprema de los asirios era la Luna, ellos notaron cambios producidos por la Luna en las mareas, los cultivos, los embarazos y le atribuían poderes divinos.  La Luna tuvo un papel importante en los calendarios de la antigüedad. La Luna fue apreciada como símbolo femenino, de naturaleza y protector de las madres embarazadas.  Lo que ha sido descrito en diferentes culturas, la griega, la maya y los celtas.

La Luna en la cosmovisión maya -Centro de capacitaciones Ixchel- la Luna representada por la abuela Ixmucané y su esposo Ixpiyakok, jugaron un papel fundamental en la creación de los primeros hombres y mujeres de maíz. Los que pasaron nueve procesos, que se encuentran ligados a los nueve ciclos lunares en la gestación de la vida de un nuevo ser. En lo cotidiano, también se conoce a la Luna como Ixmuqik que significa “la que se ausenta” o “se entierra tres noches” y estos son los tres días que se necesitan para iniciar el brote de una nueva vida en los humanos, como se ejemplifica en la siembra de maíz en climas cálidos.

Tres abuelas mencionadas en esta cosmovisión son las que mantienen una estrecha relación con la vida, brindando en el plano cósmico sus constantes consejos, por ello tiene un papel determinante el calendario sagrado lunar, que tiene una connotación femenina y se manifiesta a través de veinte expresiones, conocidas como las energías de los veinte nawales. La Luna tiene una energía viviente que va dando pautas de un buen vivir, siempre y cuando se conozcan y se tomen en cuenta sus ciclos.

A ciencia cierta todo parece incierto, sin embargo, diferentes culturas y distintos momentos históricos parecen coincidir en considerar a la Luna como una fuerza de energía vital que ayuda a la fertilización, a la procreación y la han denominado madre. Y siempre existe la posibilidad de que los partos y de que los lunáticos aumenten ante el efecto de luna. La Luna ha sido inspiración de músicos, poetas y amantes. Y ante los ojos de cualquier  persona con un tanto de sensibilidad y ante la niñez siempre produce asombro ante su simple visión y ante los cambios factibles.