Cada sentido humano tiene una función en nuestra vida y nos ayuda a percibir el mundo. De manera general nos referimos a los sentidos elementales como lo son: la vista, el gusto, el olfato, el tacto, el oído. Sin embargo, hay otras maneras de considerar los sentidos, alguna referencia de estudios neurológicos reporta que el ser humano posee veintiún sentidos. Steiner en su libro enigmas del alma, refiere la existencia de doce sentidos. La verdad es que sean el número que sean, mientras los tenemos y siempre los hayamos tenido. Muchas veces no han merecido nuestro aprecio y respeto.
Pero, preguntémosle a un ciego ¿Qué significa en su vida no ver? Cuando se ha descrito a la visión como uno de los más útiles y preciados sentidos humanos. Ya que los científicos han calculado que más del 40% de toda la información que llega al cerebro lo hace a través del sistema visual. Las artes plásticas, la pintura, la escultura son percibidas como un deleite para nuestros ojos. La lectura, la escritura, el teatro y el cine. Los ojos, ejercen una manera especial de comunicación no verbal. De hecho, la gente expresa que existen buenas y malas miradas, la mirada de un hombre o una mujer enamorados ejerce atracción en las demás personas.
Saramago, en su libro, “Ensayo sobre la cegueraâ€, plantea una epidemia de ceguera, que transforma al mundo en ciegos. Solamente una mujer se escapa de esa ventura. Refiriendo ella misma, la gran responsabilidad que significa ver en un mundo de ceguera para muchos. Jorge Luis Borges, célebre escritor argentino. En los últimos años de su vida, cursó con ceguera, cruel evento para alguien que su disfrute máximo fue siempre leer y escribir. Sin embargo, él narra en una conferencia que dictó acerca de esta experiencia, que el estar ciego no es necesariamente una existencia en la oscuridad. Ya que la imaginación y la creatividad prevalecen. Además se agudizan los otros sentidos.
El olfato, ha sido descrito como uno de los sentidos proscritos debido a que la agudeza del mismo se ha asociado a la sexualidad y a la lujuria. Nadie anda oliendo por ahí a las diferentes personas. Sin embargo, el olor es una característica distintiva de nuestro ser. Hay memorias olfativas que nos recuerdan a seres queridos. Sin el olfato, el sentido del gusto se trastorna, da lo mismo comer manjares que comida poco suculenta. Existe variedad de razones por las cuales puedan perderse estos sentidos, pero un traumatismo craneal puede ser causal de ello. No solamente se pierde el deleite de los manjares, sino que, es posible que se pueda comer comida en mal estado, debido a la falta de apreciación de la misma.
El tacto, nos ayuda a explorar superficies, a apreciar el calor de las mismas, a sentir las distintas temperaturas a través de la piel. Las personas que han perdido la sensibilidad en su piel, como los diabéticos pueden llegar a tener lesiones en especial en sus pies.
La audición, nos ayuda a comunicarnos, a sentir los sonidos de la naturaleza y la música. De manera inaudita, Beethoven llegó a escribir música padeciendo de una sordera, atribuible a sífilis congénita.
La cantautora de origen chileno, Violeta Parra, dejó un legado para el aprecio a la vida y los sentidos. En su canción “Gracias a la Vidaâ€. En ella agradece a la vida que le dio dos luceros para distinguir el negro del blanco y en las multitudes al hombre que amaba. Dice, gracias a la vida que me ha dado tanto. Me ha dado el sonido y el abecedario, con él las palabras que pienso y declaro. Agradece por sus pies cansados que le permitieron caminar en muchos lugares. Por haberle dando un corazón para sentir, por haberle dando la risa y el llanto, para distinguir la dicha del quebranto.
En conclusión, nuestros sentidos si los tenemos hoy apreciémoslos, si los hemos perdido, aprendamos a vivir de los otros sentidos, pero en la vida es importante agradecer y reconocer cada cosa que damos por sentada que es así, porque sí.