En una jornada, Apple ha tomado dos iniciativas destacadas en su política sobre las aplicaciones que vende. Primero ha decidido suavizar las condiciones técnicas que impone a los desarrolladores para crearlas y ha abierto el empleo de herramientas de terceros.
El anuncio disparó las acciones de Adobe (propietaria de Flash). A las pocas horas, ha publicado por primera vez una guía que explica los criterios que sigue para aprobarlas y admitir su venta. El catálogo de criterios está escrito en un estilo muy directo. De entrada avisa de que «contamos con más de 250.000 aplicaciones en el App Store. No necesitamos más «Fart app» (aplicaciones que simulan pedos o pedorras)». Esta mención expresa a las flatulencias se produce tras conocerse que el responsable de la tienda tiene una empresa que comercializa este tipo de aplicaciones.
Apple, en la citada guía, advierte que si la aplicación ha sido improvisada en pocos días o se ha hecho para impresionar a los amigos, «por favor, prepárate para su rechazo». La compañía explica que «tenemos un montón de desarrolladores serios que no quieren que sus aplicaciones de calidad estén rodeadas de creaciones de aficionados». La crítica a productos de aficionados la hizo el patrón de Apple, Steve Jobs, en la última presentación de nuevos iPods. Entonces se entendió como una alusión a Google TV, que se abrirá a los vídeos no profesionales a diferencia de Apple TV. Ahora, las palabras de Jobs adquieren otra dimensión.
Apple comunica que rechazará cualquier contenido que cruce determinada línea. «Â¿Qué línea, se pregunta? Bueno, como la Corte Suprema de Justicia dijo una vez: Yo lo sé cuando lo veo», explica la guía. El documento enumera otras precauciones. Por ejemplo, la aplicación no puede obtener datos del cliente sin su permiso y debe explicar cómo los usará. La guía insiste en proteger a los menores, rechaza contenidos pornográficos y cita a título de ejemplo servicios como Chatroulette.
En la introducción, Apple deja muy claros los criterios generales que aplican los árbitros que deben autorizar o no la venta de una aplicación en la tienda de la compañía. A diferencia de las aplicaciones de Android, que no pasan una supervisión previa, en Apple esta autorización es imprescindible para poder acceder a su mercado. En el texto explica que no somete los libros o las canciones a esta supervisión, pero sí las aplicaciones. Por tanto, «si usted quiere criticar una religión escriba un libro. Si quiere describir un acto sexual escriba un libro, una canción o desarrolle una aplicación médica». «Puede ser más complicado», prosigue, «pero hemos decidido no permitir determinado tipo de contenidos en la App Store». Dado que los controles parentales no funcionan o no se aplican, la empresa evitará que los niños puedan acceder a contenidos ofensivos.
La empresa advierte que no ayuda en nada intentar combatir un veto a través de la prensa, lanzando basura contra la compañía. El método es apelar a los propios servicios de Apple. Apple ha vivido varias polémicas por la prohibición de aplicaciones en función de su contenido. Este año la compañía ha incrementado el rigor de su veto a aplicaciones eróticas, práctica que algunos analistas vincularon al lanzamiento de la tableta iPad y su uso como herramienta escolar. En abril Jobs manifestó que quien quisiera comprar pornografía que comprara un Android
Con respecto al cambio de condiciones para desarrollar aplicaciones, Adobe ha hecho público un escueto comunicado en el que afirma que «nos alienta ver que Apple levanta las restricciones en los términos de sus licencias, dando a los desarrolladores la libertad de elegir qué herramientas utilizar para desarrollar aplicaciones para los dispositivos de Apple.»