No voy a hablar de la renuncia de Castresana. O quizá sí. Lo que encuentro inevitable es hablar de futbol, ante la cercanía del Mundial de Sudáfrica 2010.
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Me llama poderosamente la atención de cómo los técnicos de las selecciones participantes eligen a los capitanes de los equipos. En su mayoría, no se trata del jugador más goleador o de la estrella; en general, el capitán del equipo es el que ha demostrado más coraje, el que más vergí¼enza ha demostrado tener. No es el que resalta más a la hora de los triunfos, sino el que casi siempre da la cara en las derrotas, y se mantiene incólume en las malas rachas.
Viendo eso, y contrastando con nuestra Selección Nacional, me doy cuenta que, además de que ha ido perdiendo sus capacidades y sus habilidades futbolísticas, también se nota la falta de vergí¼enza, y como buenos sinvergí¼enzas que son, ni siquiera se inmutan al ser humillados en un partido de fogueo y recibir cinco goles.
¡SINVERGíœENZAS!
Sin embargo, creo que la ausencia de vergí¼enza no es potestad sólo de los futbolistas, sino que es uno de los males epidémicos que están azotando a Guatemala. Me asusta ver a gente, como al Fiscal General, que ante señalamientos de ser corrupto y pertenecer a estructuras clandestinas de poder, sea capaz de ofrecer una conferencia de prensa y brindar como pruebas artículos de opinión en contra de Carlos Castresana.
Pero, en Guatemala, nos gobiernan los reyes de los sinvergí¼enzas. Personas con señalamientos fuertes, incluso con condenas judiciales o con procesos penales avanzados, son capaces de dar la cara tranquilamente y desmentir lo que parece evidente, sin ofrecer mayor prueba.
El dinero del gasto público se va, a dónde no sé, y los funcionarios, aun con los bolsillos rebosantes de billetes, son tan sinvergí¼enzas al decir que no pueden poner en marcha tal o cual programa porque no hay fondos.
O bien, un hoyo de veinte metros de diámetro se abre en la ciudad, y el alcalde Arzú, lejos de aceptar la responsabilidad, no tiene vergí¼enza en asegurar que no es culpa suya.
En otros países, el solo hecho de ser señalados públicamente y con argumentos sólidos, es suficiente para presentar la renuncia. Pero eso es porque tienen vergí¼enza.
En columnas de opinión anteriores, he expuesto que la pérdida del concepto de la honorabilidad y de la ciudadanía, es uno de los factores que ha permitido que el país se vaya para abajo. Pero, la falta de vergí¼enza es otro de los factores que nos afecta para lograr una mejor nación.
Lo de la renuncia de Castresana, en cambio, fue un acto de tener vergí¼enza, de tener coraje. Ello demuestra que no recibió el suficiente apoyo por parte de los sinvergí¼enzas (que ahora salen diciendo que sí le dieron apoyo), y que por eso se va, porque no sólo ve que la cosa no avanza en el país, sino que es motivo de ataques contra su vida privada, la cual, como la palabra lo dice, es privada, y los conflictos personales -si éstos no inciden en la cosa pública- no deben ser interés de todos.
El presidente Colom, por ejemplo, con la poca vergí¼enza que le queda, simplemente pidió un informe al Fiscal General Conrado Arnulfo Reyes Sagastume, sin mencionar que fue el mandatario quien lo eligió, pese a conocer las tachas que tenía.
Y mientras el país se nos va a la mierda por estar en manos de gente sinvergí¼enza, que igual defienden lo indefendible -como la contaminación en las minas o la incrustación del crimen organizado dentro del aparato estatal-, se nos viene el Mundial de futbol y esta falta de vergí¼enza pasará a un segundo plano, porque todos estarán embobados viendo la televisión, sudando calenturas ajenas sobre si Brasil o Argentina ganará, o sobre quién es el mejor jugador del mundo.
Mientras tanto, la falta de vergí¼enza cívica, la falta de coraje y la falta de sangre en las venas, hace que permitamos que los sinvergí¼enzas hagan lo que quieran con nuestro país.
P.S.: Según dicen algunos analistas, no es que los políticos tengan poca vergí¼enza. Al contrario, tienen mucha, casi toda, algunos incluso nuevecita, porque casi ni la usan.