Aplazan negociación


Protestas en Túnez tras la salida del presidente. FOTO LA HORA: INTERNET

El Primer Ministro trata de pactar un nuevo gabinete ante el rechazo al reparto de carteras, que copan miembros del antiguo régimen.- La primera noche en calma permite reducir el toque de queda en dos horas.- Mil personas se manifiestan en la capital para exigir la disolución del partido del dictador


El Gobierno de unidad nacional de Túnez, nombrado el lunes y que en apenas 24 horas después comenzó a tambalearse con la baja de cuatro ministros, ha aplazado a mañana su primera reunión, que estaba prevista para hoy mismo. Así­ lo ha comunicado el nuevo ministro de Desarrollo Rural, Nejib Chebbi. Entre tanto, el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, intentará buscar una salida a la situación pactando un nuevo gabinete con sindicalistas y oposición. La noche ha transcurrido en calma, la primera en tres semanas de protestas, y esta mañana continúan las protestas en las calles de la capital y de otros puntos del paí­s, como Sidi Bouziz, aunque no se han registrado enfrentamientos con la policí­a. Reclaman, al igual que ayer, que se disuelva el partido del dictador y que salgan de él todos los ministros que ya ocupaban el cargo bajo su mandato.

Ghanuchi se reunirá a lo largo del dí­a con el sindicato Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT), que ayer anunció que no reconocí­a al nuevo Ejecutivo en respuesta a las protestas ciudadanas y cuyos tres ministros renunciaron a los puestos que habí­an aceptado 24 horas antes. Según han explicado fuentes sindicales a Efe, Ghanuchi intentará pactar un nuevo gabinete con el secretario general de la UGTT, Abdelasalm Jrad, y con representantes de otras fuerzas de oposición. Los tres partidos de la oposición legal incluidos en el Ejecutivo que deberá pilotar la transición hasta la convocatoria de elecciones decidirán su continuidad tras los contactos con el primer ministro. Sin embargo, parece descartado es que los tres de la UGTT, que renunciaron a sus carteras alegando la presencia de miembros de RCD -que conocí­an cuando las asumieron-, vuelvan a entrar en el Gobierno. El cuarto ministro que dejó el Gobierno, dejándolo maltrecho fue Mustafá Benjafaar, lí­der del opositor Forum Democr{atico del Trabajo y las Libertades.

«Deben marcharse los 40 ladrones»

La situación del Gobierno de unidad es débil por la radical oposición de la calle a la presencia de ministros del Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD), el partido del huido presidente Zine el Abidine Ben Ali. Copan 12 de los 20 ministerios y seis carteras del nuevo Gobierno están en manos de ministros que ya lo eran con Ben Ali, entre ellas las cruciales de Defensa, Ridhaz Grira; Interior, Ahmed Fria, y Exteriores, Kamel Morjane. Ayer, el primer ministro Ghanuchi y el presidente, Fuad Mebaza, intentaron aplacar el rechazo de la calle a los herederos del régimen abandonando el RCD y justificando su presencia en el Gobierno en que «tienen las manos limpias» y son «necesarios» para manejar la transición democrática. Los seis ministros del RCD en el Gabinete podrí­an optar por la misma solución, como les pidió ayer el partido opositor Ettajdid, pero no es posible saber si ese gesto servirá para calmar los ánimos y que el Gobierno eche a andar. «Alí­ Babá se ha ido, ahora deben marcharse los 40 ladrones», gritaban ayer los manifestantes en la capital.

El detonante de la marcha de estos ministros fue la permanencia del descontento de la calle, que ha forzado la caí­da de un régimen dictatorial y corrupto tras 23 años y no está dispuesta a que la conquista quede frustrada. Ayer, de nuevo una manifestación pidió la salida del Gobierno de los herederos del régimen de Ben Ali, y la policí­a tuvo que dispersarla con gases lacrimógenos. Lo cierto es que la presión de la calle en la capital del paí­s cada vez es menor -la marcha de ayer apenas congregó a un millar de personas, al igual que hoy- y la noche ha sido tranquila en todo el paí­s, la primera en tres semanas de revueltas. Es posible que el Gobierno, que dirige el equipo que debe gestionar el paí­s hasta la celebración de unas elecciones legislativas anticipadas, en unos seis meses, y después presidenciales, pueda aguantar ante el descenso de la presión.

En Sidi Bouziz, localidad donde arrancaron las protestas, unas 300 personas se han manifestado esta mañana y sólo pedí­an una cosa: que se marchen el primer ministro y los seis ministros que ya estaban en el Gobierno con Ben Ali y que continúan en sus puestos. Están indignados y no les sirve que abandonen el partido del antiguo régimen. Y avisan de que no tendrán ninguna confianza en el Gobierno mientras estos polí­ticos sigan en él. Horas después, en torno al mediodí­a, unas mil personas se han manifestado en el centro de la capital para reclamar la disolución del RCD y la salida de los ministros de esta formación del Gobierno de transición. De momento, la policí­a no está cargando contra los manifestantes.

Esta disminución de los disturbios ha llevado al Gobierno a aligerar las condiciones del toque de queda, que se reducirá en dos horas -desde las 20.00 hora española a las 5.00 -, según ha anunciado la televisión. Este toque de queda ha sido, en todo caso, mucho más estricto en la capital que en otras zonas del paí­s. En el centro de la ciudad se intenta hoy recuperar la normalidad con varios cafés y comercios abiertos, al igual que sucedió el martes, antes de que se iniciasen decenas de protestas poco antes del mediodí­a, según ha constatado Efe. También la circulación de vehí­culos en las autopistas de acceso a la capital se ha incrementado con respecto a dí­as pasados y los transportes públicos vuelven a funcionar con relativa normalidad.

Para mañana queda la primera reunión del Gobierno, aunque tampoco esto parece estar claro. Un portavoz del primer ministro consultado por Afp ha precisado tras el aplazamiento que la fecha de la cita aún no está del todo fijada. «El punto más importante» de este primer consejo de ministros es, según una fuente gubernamental, la «ley de amnistí­a general» prometida por el primer ministro, que permitirí­a el regreso de los islamistas, ilegalizados hace 20 años.