Desde muy niño, Andrés Belardo había sufrido mucho debido al sobrepeso de su cuerpo; nunca hubo un solo día en el que no se burlaran abiertamente de él, o lo insultaran al verlo pasar.
En la escuela tenía muchos apodos; el más popular y decente era: «el coche», porque la forma de este simpático animal hacía pensar rápidamente en la figura rolliza de Andrés.
Un día, sin embargo, se cansó de ser el hazmerreír de la gente; se propuso bajar de peso a como diera lugar, y se dispuso a pagar el precio que fuera necesario.
La hazaña le llevó 2 años, pero los aplausos que el mundo le brindó cuando, en la ciudad de Reno, en EE.UU., ganó el título de «Mr. Universo», le compensaron el esfuerzo que había hecho.
EL í‰XITO íšNICAMENTE PREMIA A LOS DECIDIDOS Y CONSTANTES.