«Este no es un libro para músicos, ni tampoco para no músicos», afirma el director israelo-argentino Daniel Barenboim, al presentar «El sonido es vida», libro publicado en español (Belacqua), con el que intenta explicar la música como lenguaje universal.
El pianista y director argentino, nacionalizado israelí, escribió, originalmente en inglés, su obra con el fin de transmitir el mensaje que «la música nos humaniza y nos acerca; rompe muros y fronteras», aunque aclara que no es un privilegio reservado para los músicos de gran talento «que reciben una preparación musical desde una edad muy temprana» y tampoco es «una torre de marfil ni un lujo exclusivo para los más ricos».
En las páginas de su libro Barenboim pone en evidencia las maneras en que la música, como lenguaje universal y al margen del tiempo, es parte esencial e inseparable de la vida y «expresa, de la mejor forma, la relación del individuo consigo mismo y con el mundo».
En otra de sus afirmaciones, el prodigio pianista dijo que «la música puede ser la mejor escuela para la vida y, al mismo tiempo, el medio más eficaz para huir de ella».
Barenboim comienza su libro estableciendo la diferencia entre el principio de un concierto –que «goza de más privilegios»– que el principio de un libro y hace la siguiente reflexión: «Nuestros pensamientos se plasman en las palabras; por tanto, las palabras en la página deben competir con las que tenemos en nuestro pensamiento».
La música, en cambio, «dispone de un mundo de asociaciones mucho más amplio precisamente en virtud de su naturaleza ambivalente; está dentro y fuera del mundo al mismo tiempo¨.
Entre otros capítulos, atrae la historia de dos palestinos que fuera de su territorio terminaron siendo músicos y, sobre todo el apéndice, donde cuenta su intimidad con la música y cómo «me crié con Bach» o su recuerdo de Pierre Boulez, el gran compositor francés.
Barenboim nació en Buenos Aires, el 15 de noviembre de 1942, en el seno de una familia judía de origen ruso, y se nacionalizó israelí y español.
Cuando tenía 11 años, en 1954, fue invitado a tocar con la Filarmónica de Berlín de Wilhelm Furtwí¤ngler y su padre declinó la invitación –admitiendo el honor– porque eran judíos y consideró que era muy pronto nueve años después de finalizada la guerra.
Gran ejecutor de conciertos desde que era niño, Barenboim obtuvo su fama como pianista, pero actualmente su gran reconocimiento es como director de orquesta.
Polémico y desafiante –en el 2001 dirigió una obra del alemán Richard Wagner en Israel– es fundador de la Orquesta del Diván Este-Oeste (1999), junto con el escritor estadounidense de origen palestino Edward Said, una iniciativa para reunir cada verano a un grupo de jóvenes músicos talentosos tanto de origen israelí como de origen árabe, particularmente palestinos.
Said y Barenboim recibieron, por esta iniciativa, el Premio Príncipe de Asturias en 2002 y en el 2004 le fue concedido al músico el Premio de la Fundación Wolf de las Artes de Jerusalén.
En enero del 2008, tras un concierto en Ramala, Barenboim aceptó también la ciudadanía palestina honoraria, convirtiéndose en el primer ciudadano del mundo con ciudadanía israelí y palestina.
Al recibirla, Barenboim dijo que la aceptaba «con la esperanza de que sirva como señal de paz entre ambos pueblos».