Eduardo Blandón
Muchos conocen a Anthony Giddens, hace años se volvió famoso por su celebérrima teoría de «la Tercera Vía», esa sabiduría salomónica que parecía sugerir que la opción política del futuro no consistía en apostar ni hacia la izquierda ni hacia la derecha, sino hacia un lugar intermedio, el punto G de los Estados del porvenir. Bastó esa intuición para que su vida intelectual diera un salto cualitativo y comenzara a ser tomado en serio.
A partir de aquel entonces se convirtió en asesor político y gurú del gobierno de Tony Blair, escribiendo, según se dice, todo el tiempo. Como buen sociólogo, sus obras son habitualmente voluminosas y como aficionado a la pedagogía, parece urgirle la enseñanza: el mejor testimonio de esto es un texto costoso y de muchas páginas que es apenas una introducción a la sociología. Sus biógrafos dicen que es autor de más de 30 libros, publicados en cerca de 30 idiomas.
Estando así las cosas, el libro que presento es, desde la perspectiva señalada, un pequeño aporte de Giddens (me refiero al pequeño tamaño de la obra: 183 páginas) a la reflexión de la sexualidad en una sociedad que él califica como «moderna». Se trataría, para decirlo sintéticamente, de un libro en el que se reflexiona sobre las nuevas formas de intimidad.
¿Nuevas formas de intimidad? Así es. Giddens analiza y evidencia las nuevas condiciones en las que se sitúan las personas en la sociedad y los modos originales presentes en la intimidad. Para el autor, las relaciones íntimas se han transformado y sus protagonistas la viven de una manera diferente a las experimentadas por las generaciones pasadas.
Desde la perspectiva del sociólogo un elemento fundamental que caracteriza a la nueva sociedad es la conciencia de libertad. Nos enfrentamos a un grupo humano con deseos de emancipación, autenticidad y ávido de felicidad y realización. Hay una renuncia voluntaria a estados de disimulo, vida aparente y deslealtades propias. Prima las fórmulas de felicidad apresuradas.
Esta prisa por ser feliz, conduce a experiencias de carácter fugaz. El tema del amor «para siempre» no está en las agendas, se desea, pero no es un pensamiento que cause angustia o vuelva triste. Igualmente sucede con el tema de la fidelidad, aunque en el fondo se valore, hombres y mujeres, parecen no tomar muy en serio el compromiso por realizarlo.
Evidentemente el libro no es una colección de afirmaciones sin argumento, Giddens, como buen científico social, se esfuerza por dar solidez a sus ideas por medio de investigaciones que corroboran y ponen al desnudo los comportamientos humanos. Pero también acude a la literatura, el cine, la psicología y la filosofía para desmontar los posibles prejuicios que contaminan el ambiente y dar cabida a la revelación del fenómeno sexual en la actualidad.
Es en esta dirección que analiza, desde el principio, la novela de Julian Barnes titulada Before she met me (Antes de que ella me encontrase) para mostrar los vericuetos de una relación que él considerada, sin duda, como paradigmática de las sociedades modernas. Es ésta una novela en la que su protagonista se casa en segundas nupcias con una mujer de muchas experiencias pasadas. Una relación en la que hay celos, cansancio, vidas agitadas, traiciones y, finalmente, incluso violencia. «Los hechos descritos en la novela son genuinamente contemporáneos. La novela no tendría sentido como descripción de la vida de la gente corriente, por ejemplo, de hace un siglo. Pues presupone un grado notable de igualdad sexual; se basa en el hecho, hoy común, de que una mujer tenga múltiples amantes antes de establecer un compromiso sexual «serio» (incluso durante el mismo y después)».
Las relaciones íntimas han cambiado, afirma, y lo corrobora con investigaciones enfocadas en la vida sexual de personas contemporáneas. Así, cita un trabajo de Lilian Rubin que en 1989 estudió las historias sexuales de casi mil personas heterosexuales de Estados Unidos, de edades entre los dieciocho y cuarenta y ocho años. Este trabajo le permitió a Giddens acercarse a un material revelador donde se manifiesta la revolución sexual de la modernidad.
Entre los hallazgos del trabajo está, por ejemplo, la idea de que prácticamente ninguna adolescente menor habla de «preservarse» para un compromiso futuro o para el matrimonio: «nos amamos, por tanto, no hay razón para no hacer el amor». Asimismo, los encuestados decían preferir la inocencia, al menos de cierto tipo. De aquí que algunas mujeres jóvenes, interrogadas por Rubin, próximas a casarse, encontraban necesario mentir a los futuros cónyuges sobre el nivel de sus experiencias sexuales tempranas.
Si el tema de las relaciones heterosexuales puede sorprender todavía a algunos, Giddens descubre cosas más reveladoras y explosivas -para almas cándidas- respecto a los comportamientos homosexuales. Para esto se basa en un trabajo titulado The Kinsey Institute New Resport on Sex, publicado en 1990. Es de esta investigación de la que más echa mano el sociólogo y saca mayor provecho.
Según Giddens, es inapropiado no investigar las relaciones homosexuales, como lo hizo Rubin, toda vez que una proporción muy elevada de hombres, han participado en actos homosexuales, en ciertos momentos de sus vida. Kinsey descubrió que sólo cerca del 50 por ciento de todos los hombres americanos son «exclusivamente heterosexuales». «Es decir: ni han participado en actividades homosexuales ni han sentido deseos homosexuales. El 18 por ciento es o exclusivamente homosexual o persistentemente bisexual. Entre las mujeres, el 2 por ciento es plenamente homosexual. El 13 por ciento ha participado en cierta forma de actividad homosexual, mientras que más del 15 por ciento confesó que había tenido deseos homosexuales sin haber cedido en ellos».
Pero, si todo parece quedarse en cuestiones de índole sexual, hacer el amor a tiempo y destiempo, Giddens profundiza también en un rasgo de las relaciones interpersonales históricas como es el caso del amor romántico. En este tema, el autor examina el significado de esta manera de amar, revisa experiencias y hace pública la crisis del romanticismo. Hombres y mujeres, concluye, parecen vivir el romance como una cosa del pasado. «En la época actual, los ideales del amor romántico tienden a fragmentarse frente a la presión de la emancipación sexual femenina. El choque entre el amor romántico y el modelo de las relaciones informales asume varias formas, cada una de ellas tiende a quedar cada vez más expuesta ante la visión general, a causa de la creciente reflexividad institucional. El amor romántico depende de la identificación proyectiva».
He hecho apenas una mini semblanza del libro, pero Giddens es un autor con suficientes ideas para ponernos a pensar. Si le interesa, puede adquirirlo en Librería Loyola.