Antecedentes y consecuencias: Javier Arana y la Revolución de 1944


Francisco Javier Arana (Historia General de Guatemala, Tomo VI).

Aní­bal Chajón

Uno de los lí­deres de la Revolución del 44 fue el mayor Francisco Javier Arana, quien fue asesinado casi cinco años después del movimiento que derrocó al gobierno de Federico Ponce Vaides. Su personalidad es aún motivo de controversia, lo mismo que Jacobo Arbenz y Enrique Toriello.


Mayor Carlos Aldana Sandoval, mayor Francisco Javier Arana, Enrique Toriello y capitán Jacobo írbenz (colección particular).Las manifestaciones se convirtieron en un recurso polí­tico desde 1944 (Historia General de Guatemala, Tomo VI).

Javier Arana y Jacobo Arbenz eran militares distintos. Por su parte, Arbenz era egresado de la Escuela Politécnica. Desde que Jorge Ubico asumió la Presidencia, en 1931, los directores de la Escuela Politécnica fueron estadounidenses, el primero de los cuales fue John Considine. Estos directores impusieron la disciplina y los valores castrenses de que tanto se ha enorgullecido la institución militar desde entonces. Fue en ese ambiente de tecnificación militar y de ingreso de armamento relativamente sofisticado de su época, en el que se formó el capitán Jacobo Arbenz, quien contrajo nupcias con Marí­a Vilanova, una de las aristócratas salvadoreñas, de quien se dice que su familia la desheredó por casarse con un guatemalteco que no pertenecí­a a su estrato social. Se afirma que, ante estos hechos, la dama aceptó gustosa la ideologí­a socialista, en boga en ese momento.

En cambio, Arana era militar de lí­nea, es decir que no recibió formación en la Escuela Politécnica pero sí­ instrucción en la pericia militar. Parte del mejoramiento de la institución armada de la época de Ubico fue la tecnificación de los militares de lí­nea. Uno de estos fue el mayor Francisco Javier Arana quien, en 1944, se desempeñaba como Instructor de Artillerí­a y Jefe de Blindados en el cuartel de la Guardia de Honor. Era considerado un verdadero lí­der por sus compañeros. Cabe destacar que, por las condiciones imperantes durante la Segunda Guerra Mundial, Guatemala recibió una misión militar estadounidense con el objeto de proteger el tráfico por el Canal de Panamá. Debe recordarse que, en 1942, los submarinos alemanes habí­an logrado hundir más de 300 barcos en el Caribe. En el mismo año, se instaló una estación de bombarderos, con armas ligeras, tanques ligeros, carros de combate, cañones, antitanques, ametralladoras aéreas, aviones y cazabombarderos. Las estaciones aéreas se instalaron en el puerto de San José, Puerto Barrios y, especialmente, en La Aurora, cuya pista fue asfaltada. También se estableció la Escuela de Aviación en el aeródromo Los Cipresales (actual Colonia Militar en la zona 6). Todas estas instalaciones debí­an pasar a integrar el equipo del Ejército de Guatemala al finalizar el conflicto. En 1944, el equipo más sofisticado se encontraba, precisamente, en la Guardia de Honor, mientras que San José Buena Vista y Matamoros contaban con el equipo más antiguo y, por lo tanto, menos efectivo. Al parecer, ésa fue la gran ventaja de Arana en los hechos ocurridos en octubre de 1944.

Los incidentes que acabaron con el gobierno liberal se iniciaron con la formación de la Asociación de Estudiantes Universitarios, de la Universidad Nacional (la única que existí­a en ese momento). Coincidentemente, un grupo de 200 maestros solicitaron un aumento salarial que les fue negado, ante lo que decidieron no participar en un desfile y recibieron una amonestación por el Gobierno. El aumento salarial era una verdadera necesidad. Los maestros constituí­an el mayor número de empleados públicos. Durante la crisis económica mundial (la Gran Depresión iniciada en 1929), el gobierno de Ubico rebajó los salarios de los empleados públicos y muchos se mantuvieron igual durante 14 años, aún después de que las condiciones económicas cambiaron entre 1935 y 1939. Para 1944 era indispensable promover un aumento.

Los estudiantes universitarios consideraron la solicitud magisterial oportuna. Además, pedí­an una reforma universitaria. Todaví­a estaba reciente el movimiento universitario de reforma, protagonizado en Córdoba, Argentina, en 1917-1918, que logró la autonomí­a universitaria. El Gobierno reaccionó cambiando a las autoridades, demasiado permisivas para el gusto del Presidente, ya que era una prerrogativa del Ejecutivo designar a las autoridades de la educación superior. Otro incidente que se conjugó para el desarrollo de los acontecimientos fue la solicitud que hicieron 45 abogados de la remoción de un juez.

En el ambiente regional, en mayo de 1944, una serie de protestas logró la destitución del presidente salvadoreño Maximiliano Hernández Martí­nez, después de la muerte de ciudadanos estadounidenses por los disparos de las fuerzas armadas del gobierno contra los manifestantes. Este incidente estimuló a los estudiantes universitarios en Guatemala, que convocaron a un paro el 22 de junio, al que se sumaron los maestros y empleados de comercios. Durante la manifestación del 25 de junio, reprimida con un ataque armado, falleció la maestra Marí­a Chinchilla, lo que impactó notablemente a la población capitalina, escenario de todas las actividades.

La elaboración de un documento, presentado a Ubico y firmado por 311 personalidades de la élite guatemalteca, convenció al presidente de renunciar al cargo el 1 de julio. Se retiró de la vida polí­tica y radicó en su casa, en la 14 calle, entre 3ª. y 4ª. avenidas.

Tras la renuncia de Ubico, un breve triunvirato y la designación de Federico Ponce Vaides como Presidente se ofrecieron elecciones presidenciales. í‰sta fue la oportunidad para el surgimiento de agrupaciones polí­ticas; el restablecimiento de entidades gremiales, como la Asociación General de Agricultores, que inició labores el 11 de julio, y de agrupaciones de empleados, como la Confederación de Trabajadores de Guatemala, el Sindicato de Acción y Movimiento Ferrocarrilero y la Sociedad de Auxilio Mutuo, que dio origen a la Federación Sindical de Guatemala.

En agosto, los sindicalistas de la International Railways of Central America, IRCA, presentaron una serie de peticiones que fueron consideradas como una instigación comunista. Mientras que la expectativa por un candidato desconocido pero joven, Juan José Arévalo, motivó a la juventud de su momento. Aunque habí­a renunciado a su nacionalidad guatemalteca para adoptar la argentina, era bien visto porque podrí­a responder a las inquietudes de dos grupos: estudiantes universitarios (recuérdese que habí­a estudiado y radicado en Argentina, donde se inició la autonomí­a universitaria) y maestros (era pedagogo).

Al parecer, habí­a exaltación en el ambiente. Muchas personas se involucraron en actividades. Se sentí­an entusiasmadas ante el hecho de que simples manifestaciones hubieran «acabado» con el Gobierno de 14 años de Ubico, quien infundí­a verdadero terror ante sus enemigos. Efraí­n de los Rí­os narró, en su libro «Ombres contra Hombres» las torturas a que eran sometidos los enemigos polí­ticos de Ubico. Ahora se sabe que el cambio de Gobierno fue aceptado por el Gobierno de Estados Unidos, que dio su visto bueno a Ponce Vaides. Sin embargo, a pesar del entusiasmo polí­tico, Ponce no mostraba intenciones de hacer realidad el proceso electoral. Esto creó malestar entre población que estaba verdaderamente ilusionada con su aparente peso polí­tico.

En esas condiciones, en octubre, se produjo un incidente militar. Al parecer, el comandante de la Guardia de Honor, Francisco Corado, humilló y golpeó a varios militares. El mayor Carlos Aldana Sandoval y el mayor Francisco Javier Arana decidieron acabar con los abusos de Corado. El capitán Jacobo Arbenz, quien estaba de baja, los apoyó en Matamoros. La noche del 19 de octubre, los alzados tomaron la Guardia de Honor, frente al Campo de Marte. En el ataque, murió Corado. El alzamiento sorprendió a las autoridades en San José Buena Vista, pero el equipo militar de Campo de Marte era superior a la de Buena Vista, por lo que, al ser atacado, cayó fácilmente. Cuando la población capitalina se enfrentó a los hechos violentos, se inició la Revolución del 44.

Las condiciones alteraron tanto el orden, que una turba aprovechó el desconcierto para asaltar la casa de Ubico, quien tuvo que buscar ayuda diplomática y salir rumbo a Nueva Orleáns. El caos era tal, que los boy scouts salieron a dirigir el tráfico. La Asamblea (Organismo Legislativo del momento) decidió asumir el Gobierno, tratando de restablecer el orden. Pero los alzados, liderados por Arana y Arbenz, no lo permitieron, derogaron la Constitución de 1879 y establecieron un triunvirato, integrado por los lí­deres y Toriello. Los inconformes con el Gobierno de Ponce Vaides salieron a las calles para apoyar lo que estaba ocurriendo en el ámbito militar y legislativo, empezando por estudiantes, maestros y empleados, muchos de ellos molestos por la reciente actitud contra el sindicato ferrocarrilero.

Según algunas fuentes, Arbenz y Toriello querí­an convocar cuanto antes a elecciones, pero Arana los instó a esperar, al tiempo que se comprometí­an a no ser candidatos presidenciales. Esto dio tiempo para la creación de una nueva Constitución. Los bienes de Ubico fueron expropiados, lo que permitió contar con recursos inmediatos, además de que la gestión del ex presidente habí­a mantenido un superávit desde 1934 de un promedio de Q1 millón al año. Así­ el ambiente, algunos seguidores de Ponce intentaron que los campesinos de Patzicí­a ayudaran a mantener en el poder al ex gobernante. Esto derivó en una masacre de kaqchikeles por mestizos del lugar, La Antigua Guatemala y Zaragoza, que fue controlado por el Ejército en poco tiempo.

Cuando se convocó a elecciones, Arévalo triunfó ante candidatos como Adrián Recinos, apoyado por los seguidores de Ubico y afí­n a los Estados Unidos. Durante el gobierno de Arévalo, Arbenz fue Ministro de la Defensa y Arana, Jefe de las Fuerzas Armadas. En el plano militar, la posición de Arana contaba con mayor poder de decisión que Arbenz. En diciembre de 1945, el presidente Arévalo sufrió un accidente automovilí­stico, tras un momento de esparcimiento. Al parecer, se convino en el llamado Pacto del Barranco, en el que se estableció como sucesor de Arévalo a Arana, quien contaba con el apoyo estadounidense. Cabe destacar que, después de 1945, Arévalo trató de alejarse constantemente de la polí­tica estadounidense para la región.

Sin embargo, con la información difundida recientemente, los experimentos con enfermedades de transmisión sexual realizados durante el gobierno de Arévalo por médicos estadounidenses no contravinieron los recelos entre Arévalo y Estados Unidos. También debe recordarse que, desde 1942, el gobierno de Estados Unidos promovió, primero, y copatrocinó, luego, la construcción del Hospital Roosevelt (concluido hasta 1955).

El fin de Arana se produjo en 1949. Para entonces, Arévalo habí­a decidido apoyar la candidatura de Arbenz a la presidencia y no la de Arana, como se habí­a establecido años antes. Según algunos informantes, Arévalo habí­a pensado en un candidato civil, pero las circunstancias le movieron a optar por uno militar. Los recursos estatales fueron utilizados sin limitaciones para la campaña de Arbenz.

La situación entre Arana y Arévalo se tornó tensa. Arana habí­a apoyado a Arévalo a pesar de todos los intentos de golpe de Estado que sufrió (se calcula en 100 intentos). Según algunos autores, el 17 de julio de 1949, Arana dio un ultimátum a Arévalo, debí­a remover del gabinete a personas afines al comunismo internacional. El 18 de julio, Arana se dirigió a las instalaciones del Ejército en Amatitlán para recoger unas armas que, presumiblemente, se iban a utilizar en un golpe de Estado en la República Dominicana (movimiento que, aparentemente, favoreció el gobierno guatemalteco). Arévalo habí­a girado instrucciones a Arbenz para que detuviera a Arana. Algunos investigadores afirman que Arbenz no deseaba la muerte de Arana. Lo cierto es que en el incidente en el puente La Gloria, Arana fue asesinado. La «ley mordaza» que regí­a sobre los medios informativos de la época impidió que se notificara de los hechos a la población. El Imparcial, por ejemplo, fue sacado de circulación del 17 al 31 de julio, reiniciando el 1 de agosto. Los incidentes violentos volvieron a impactar la capital. Según algunos testigos, el propio Arévalo quedó sorprendido ante la muerte no planificada de Arana. Mario Méndez Montenegro habrí­a llevado la noticia de la muerte de Arana a la Guardia de Honor, donde los subalternos de Arana se ofuscaron y decidieron atacar el Palacio Nacional. Arbenz logró movilizar alrededor de 2 mil sindicalistas, a quienes entregó armas, para proteger el Palacio, mientras convencí­a al resto de autoridades castrenses de mantenerse fieles a Arévalo. El presidente de Guatemala se comunicó con el gobernante de Cuba, Prí­o Socarrás, quien envió varios aviones para atacar la Guardia de Honor. A los pocos dí­as, se sometió a los alzados.

Un año después, durante la conmemoración de la muerte de Arana, convocada por Manuel Cobos Batres, grupos de sindicalistas atacaron a los que homenajeaban a Arana. Se produjo una huelga general y se suspendieron (una vez más) las garantí­as constitucionales. Se reportan arrestos y deportaciones que buscaron mantener el estado de las cosas hasta las elecciones, que dieron como vencedor a Arbenz. En esas elecciones, los votos de los analfabetos se hací­an a viva voz, solamente el de los alfabetos era secreto.

Así­ terminó la participación polí­tica de un hombre que, según algunas fuentes, pudo haber llegado a ser un contendiente serio para la candidatura de Arbenz. Su afinidad a la polí­tica estadounidense hubiera sido propicia en los años 50, cuando el principal producto de exportación del momento, el café, alcanzó precios récord. Seguramente, los postulados de su visión de la Revolución del 44 hubieran marcado un destino diferente al que quedó sellado en 1954.