Ante esa realidad…


Editorial_LH

La experiencia de convivir con familias en condición de pobreza tiene que haber sido muy ilustrativa para algunos que no tenían idea de que en Guatemala vive gente careciendo de todo. Acostumbrados a ver cotidianamente la Guatemala próspera que se refleja en las áreas más exclusivas de la región metropolitana y sin tiempo ni ganas para voltear la vista al resto del país, mucha de la gente que toma decisiones en el campo de la economía no entiende a cabalidad lo que significa ese mundo de contrastes que compartimos el mismo país.


No creemos que haya sido la intención de los organizadores, pero sin duda alguna las personas más conscientes tendrán que entender que esa situación no se resuelve con gestos de buena intención sino que hace falta mucho más para romper una estructura de inequidad. Hay demasiada gente que sigue atribuyendo la pobreza a falta de emprendimiento y de voluntad de trabajo de los pobres, sin darse cuenta que por más que hagan, por más que se esfuercen, no pueden superar su condición porque la estructura es un valladar que no ofrece oportunidades.
 
 Muchos de los que fueron a convivir con los pobres son aquellos que hace unos años portaban en sus carros unas calcomanías que decían: “Yo combato la pobreza; YO TRABAJO” dando a entender con ello que el pobre es pobre por haragán. Ahora habrán visto que en recónditos lugares del país no basta el trabajo esforzado para darle de comer a los hijos y que hay fallas profundas que tienen que corregirse con inversión social para garantizar oportunidades más parejas a todos los habitantes del país.
 
 Por supuesto que es más fácil ir a pasar un fin de semana a la casa de familias pobres que pagar impuestos. Con lo primero se puede presumir, se puede echar chile hablando de lo bien intencionado que es uno, mientras que lo otro se sigue viendo como un despojo que se le hace al que tiene, un castigo al que más trabaja y que, por lo tanto, más produce según esa lógica que pasa por alto el sentido de la oportunidad que se le niega a tanta gente en nuestro medio.
 
 Quienes fueron a convivir con la pobreza con intención de ayudar en realidad, tienen que haber vuelto impactados por una realidad que no imaginaron y comprometidos a trabajar para ayudar en verdad a millones de guatemaltecos que viven como esas familias con las que pudieron compartir. No son cien o mil gentes, sino literalmente millones que nacen condenados a vivir y morir en la pobreza y contra eso tenemos que hacer algo.

Minutero:
Quien piensa que es por pereza
que aquí hay tanta pobreza
es de plano un ignorante
y debe cambiar de talante