Ante el triunfo del FMLN en El Salvador


El pueblo salvadoreño se ha librado del temor impuesto por los sectores más conservadores de ese paí­s a lo largo de los últimos 20 años. Triunfó el FMLN, por la ví­a polí­tica, que es la opción que en los 90 se hubiese logrado por la ví­a militar de no haber intervenido Estados Unidos para sostener al régimen. Aunque Guatemala corre paralela a El Salvador, resulta claro que sus circunstancias son distintas, particularmente por la violencia, que esta semana ha golpeado con especial furor.

Ing. Raúl Molina

El triunfo tiene una enorme importancia para El Salvador y para toda la región centroamericana. Se abre la democracia participativa –por encima de la «democracia cosmética» de procesos electorales amañados o a la sombra de amenazas. Hay muchas razones para explicar el histórico triunfo de Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, del FMLN; pero en su base ha estado la convicción de que sociedades inequitativas como la salvadoreña y la guatemalteca no podrán superar sus grandes crisis sin dar respuesta a las necesidades de las grandes mayorí­as.

Se marcha hacia la constitución de un nuevo entorno polí­tico en El Salvador, si bien no exento de dificultades. Todaví­a los candidatos oficialistas, con la cooperación de otros partidos de derecha, pudieron cerrar la gran brecha ante el FMLN que las encuestas señalaban. La afluencia a las urnas electorales no fue tan numerosa como muchos esperaban. El temor ante las amenazas de consecuencias negativas en caso de votar a favor del FMLN pesó para provocar incertidumbre, desconfianza y apatí­a.

Restó votantes el hecho de que más de dos millones de salvadoreños hubiesen emigrado, particularmente a los Estados Unidos, sin que existiera ningún esfuerzo serio de las autoridades por facilitar el voto en el extranjero. Se tomó solamente una acción demagógica al habilitar el Estadio Nacional para el voto de cerca de 40 mil ciudadanos residentes fuera del paí­s, habiéndose presentado a dicho lugar menos de 400. Creo que el voto desde el extranjero, de haberse permitido, hubiese contribuido mayoritariamente a reforzar el triunfo de Funes y Sánchez, lo que explica que fuese negado. Hay que habilitar ese voto, en El Salvador y en Guatemala.

Ahora viene lo más difí­cil: la consolidación del gobierno del FMLN; la modificación de las polí­ticas de estado; el enfrentamiento de la grave situación social y económica actual y del clima de inseguridad y violencia; y la efectiva democratización. Considero que el pueblo salvadoreño y el nuevo gobierno sabrán aprovechar al máximo las actuales coyunturas nacional e internacional. Ha cambiado el rumbo de los Estados Unidos y América Latina continúa su búsqueda de un nuevo destino junto a sus grandes mayorí­as marginadas.

El triunfo del FMLN es aleccionador. Demuestra que aún en situaciones de post-conflicto la derecha puede ser derrotada si existe unidad, convicción, disciplina, trabajo y compromiso de las verdaderas fuerzas democráticas. Sabemos que la situación de Guatemala es cualitativa y cuantitativamente más compleja; pero no irresoluble. Así­, tenemos un gran reto inmediato: la unidad de las fuerzas democráticas y progresistas de Guatemala, que tiene que ser un proyecto de honestidad, capacidad, solidaridad y nueva identidad.