Ante el lavado de dinero


Editorial_LH

Las leyes contra el lavado de dinero obligan a los criminales, a los evasores de impuestos y a los funcionarios corruptos a buscar fórmulas para utilizar esos capitales borrando las huellas de su origen. De esa cuenta es que puede ser que personas que dirigen y realizan negocios totalmente lí­citos y honrados, se vean contaminadas por el dinero que necesita ser lavado, sea por la ví­a de la inversión o de la simple transacción comercial.

 


Un ejemplo de esto puede estar en la trágica muerte de Facundo Cabral, hombre que a juzgar por sus mensajes era un mí­stico con absoluta claridad y diferencia entre el bien y el mal, pero que sin duda fue contactado para sus conciertos en la región centroamericana por personas que no casaban con el perfil que él tení­a de lo bueno. Uno entiende que resulta difí­cil y hasta podrí­a ser paranoico que ante cualquier propuesta de negocio nos pongamos a contratar investigadores privados para que determinen el origen del capital, pero mucho más le hubiera valido a Cabral saber con quién estaba tratando que terminar como terminó.

Esta reflexión es importante, porque el dinero del narcotráfico está en todos lados, no digamos el de la evasión de impuestos y el que proviene de la corrupción, actividades en las que literalmente se mueven miles de millones de dólares que tienen que ser de alguna manera “honrados” mediante transacciones que diluyan la suciedad de su origen. En el caso de los traficantes es difí­cil saber exactamente quiénes son porque se mueven en un bajo mundo tenebroso y oscuro donde no es fácil ubicar quién es quién.

Con los otros no es tan difí­cil, sobre todo con los corruptos, porque éstos en su voracidad actúan a la luz del dí­a y hasta compran aviones a propulsión a chorro para hacer ostentación de cómo es que el dinero del erario puede ir a parar a un hangar, entre otras cosas.

Pero de todos modos, la sociedad está en un alto riesgo de contaminarse con operaciones de lavado de dinero como pudiera ser la contratación de un famoso cantante para dar conciertos en algún paí­s, caso de don Facundo Cabral. Y así­ como ese podrí­amos encontrar y citar muchos más porque en realidad vivimos en un mundo en el que el dinero mal habido convive con el dinero bien habido y de alguna manera termina pareciendo como si ambos se necesitarán mutuamente para permitir que las fortunas sigan creciendo sin ritmo y sin medida. Por ello, hay que tener extremo cuidado y no caer entre esa categorí­a de pendejos de la que tanto nos habló Cabral y que, por lo visto, le terminó costando la vida.

Minutero:
Cualquiera que lave dinero /
se pone en el candelero /
pues exponen su fortuna /
en medio de nuestra hambruna