Ante el dilema de escoger entre dos grupos polí­ticos


   El panorama preelectoral no es halagador para muchos guatemaltecos hastiados de una clase polí­tica que no ha deseado, podido ni logrado encarar con determinación los más graves problemas que agobian a toda la población, especialmente a los grupos mayoritarios menos afortunados..

Eduardo Villatoro

Dos son las corrientes polí­ticas que más notoriamente se han enfrascado en estériles pugnas y que tiene como escenario visible el Congreso de la República, y cuyas luchas se desparraman entre los militantes y simpatizantes de ambas fuerzas antagónicas, que podrí­an colocar a los electores entre la espada y la pared, y ante semejante dilema alentarí­an el abstencionismo o el voto nulo o en blanco

Por  un lado, la UNE, que pretende cobijarse con el frágil ropaje de la social democracia mediante programas encaminados a aliviar las enormes carencias de los empobrecidos sectores rurales y de las periferias urbanas; pero sin enfrentar con energí­a, inteligencia y capacidad los graves conflictos de la colectividad, básicamente en lo que respecta a aspectos sensibles como la violencia criminal, la desnutrición infantil y sus altos í­ndices de morbilidad y mortalidad, los bajos salarios, la falta de empleo, la debilidad de la red hospitalaria, el alto coste de vida, entre otros.

Ciertamente los programas de Cohesión Social, bajo la gestión de la Primera Dama, pretenden solucionar problemas añejos en áreas que históricamente han estado desprotegidas, en un afán de velar por los más pobres; pero, en primer lugar, se percibe una sorda resistencia a la fiscalización del manejo de los recursos, lo que mueve a pensar que hasta en proyectos de naturaleza humanitaria ha penetrado la corrupción; y, en segundo término, no hay indicios de que el presidente Colom se atreva a intentar cambiar las férreas estructuras del poder económico, que permite que la riqueza del paí­s siga concentrada en un puñado de familias oligárquicas.

En el otro extremo se ubica al general Otto Pérez Molina y su Partido Patriota, que para numerosos guatemaltecos representa el combate aniquilador sin tregua y  sin piedad judicial al crimen organizado y la delincuencia en general, que mantienen atemorizados, especialmente, a las clases media y popular, compuestas por los guatemaltecos más vulnerables y expuestos a ser  ví­ctimas de pandilleros juveniles, devenidos en instrumentos de poderosos criminales que están convirtiendo a Guatemala en un paí­s con débiles  andamiajes jurí­dicos  que no responden al desafí­o de los antisociales.

Sin embargo, para otros sectores la virtual candidatura presidencial del lí­der del PP representa el retorno a un pasado oprobioso, cuando los gobiernos militares, con el pretexto de defender la institucionalidad, arremetieron contra grupos sociales y lí­deres de pensamiento democrático que no optaron por la vida armada, y contra poblaciones y aldeas completas que prácticamente fueron arrasadas.

   Como los otros supuestos aspirantes presidenciales cuentan muy poco, de autorizarse la aún hipotética candidatura de la señora Sandra de Colom y de concretarse la nominación del general Pérez Molina, que es un hecho, ellos serán  los que en una eventual segunda vuelta disputarí­an el poder, si es que uno de los dos obtiene el triunfo en la primera ronda.

¿Es posible que ante el generalizado repudio a las marrullerí­as polí­ticas surja un candidato no contaminado por el partidismo inescrupuloso, y que levante la bandera de la dignidad y la integridad, despojado de intereses espurios y con la voluntad de servir a sus compatriotas con decoro y capaz de unir a la izquierda democrática y a la derecha progresista?

   Procurare continuar con este asunto el próximo sábado.

(El politólogo Romualdo Tishudo, al referirse a cierto grupo de la clase polí­tica cita  a Mark Twain:- La razón por la cual los perros tienen tantos amigos es que mueven sus colas… en vez de mover sus lenguas).