Ante el cataclismo, unos en la pena y otros en la pepena


Aprovechando la tragedia, los daños materiales y destrozos de la obra pública y de los inmuebles privados, algunos diputados salen proponiendo que sea obligatorio para el Estado, las municipalidades y la totalidad del sector público el asegurar los bienes muebles e inmuebles que poseen. Qué fabuloso negocio implicarí­a para los aseguradores y reaseguradores esta obligación. Sin duda alguna las primas subirí­an porque como siempre sucede al ser una obligación el precio no serí­a competitivo, lo más seguro es que se dividieran el enorme pastel entre las pocas empresas que conforme a nuestras leyes podrí­an competir.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Claro está que los diputados que lo proponen pasarí­an eternamente a mejor vida, serí­a algo parecido a lo que nos dijeran cuando se iba a privatizar el sistema telefónico: que todo el mundo tendrí­a la suerte de tener un teléfono y que por consiguiente no deberí­a de molestar que en lugar de que el servicio básico se pagara mensualmente cuatro quetzales, se pagarí­a 44 quetzales o talvez nos dirí­an que lo más caro es que se destruya la obra pública y que por consiguiente no importarí­a que solo el renglón de seguros se elevara presupuestariamente a ser más alto que cualquier ministerio de los existentes.

 

También hay que tener cuidado que no vaya a suceder que con el pretexto de garantizar la calidad y la vida útil de la obra pública, léase puentes, carreteras y demás, se cambien las condiciones y se requiera una fianza de calidad, duración y conservación de diez o veinte años. Por supuesto, todo se cobra, todo se paga y si se le requiere a los constructores una fianza de garantí­a de esas caracterí­sticas, tengan la seguridad que no la van a otorgar gratis; por consiguiente, la obra pública será mucho más onerosa y por supuesto las pocas afianzadoras que existen serán cada vez más millonarias.

 

Pasando de la pepena a la pena, inspira tristeza el ver que habiendo transcurrido ya más de dos semanas, la arena continúa en la mayorí­a de las calles y avenidas de la ciudad capital, Mixco, Villa Nueva, Chinautla y demás municipios del departamento. A pesar de que algunas empresas privadas regalaron sacos y casi todos los vecinos hayan colocado en bolsas plásticas o en los sacos donados la arena, la misma continúa en las aceras, en las calles y  avenidas. Por consiguiente, continuará siendo arrastrada por las lluvias hacia los hidrantes y de ellos hacia los drenajes y colectores.

 

Es urgente retirar todo ese abrasivo y fino material porque, no solo es evidente que los drenajes y colectores están deteriorados sino que, con semejante carga de materiales, la escasa vida útil que tienen terminará, colapsarán. Que cuesta tiempo y dinero retirar esos materiales, nadie lo duda, pero las municipalidades deben de hacerlo con equipo propio o solicitar a quien tiene camiones de volteo que los donen, alquilen o permuten por impuestos. Por ejemplo, todos los ingenios tienen sus flotas paradas, incluyendo numerosos camiones de volteo, por lo que es preferible pagarles los costos o convencerlos que donen el costo del uso de los mismos y no seguir viendo que la arena seguirá sin removerse y continuamente yéndose a los drenajes de nuestro departamento.

 

Y hablando de transporte, hay que invitar a todos los dueños y poseedores de camiones para que, por ejemplo, un dí­a a la semana, le donen a Cáritas el transporte de alimentos y bienes que esta excelente organización, con el apoyo de Noti7, ha recaudado para que los mismos lleguen lo más pronto posible a los necesitados.