Anotaciones médicas y literarias


Esta vez abandono todo pensamiento y actitud de crí­tica, para dedicar este espacio a dos temas que incluyen conceptos laudatorios.

Eduardo Villatoro

Q- Comienzo por una nota de carácter eminentemente personal (ustedes me van a disculpar), para expresar mi reconocimiento al personal médico, paramédico y administrativo del Hospital de Accidentes del IGSS, especialmente al Servicio de Cirugí­a de Columna, por las atenciones de que fue objeto mi mujer durante el tratamiento a que se sometió para corregir un serio daño que le afectaba la espina dorsal.

Desde finales del mes de noviembre, del año pasado, el traumatólogo Mario Rodas Páez ordenó la suspensión de Magnolia de sus actividades laborales en la institución donde se desempeña de psicóloga, en vista de que afrontaba dificultades para desplazarse, y la remitió al citado nosocomio, donde los cirujanos de la mencionada unidad intentaron varios procedimientos alternativos que ellos llaman «conservadores», antes de proceder a la intervención quirúrgica.

Fue internada en dos oportunidades previas, para el tratamiento de infiltraciones y otras terapias cuyos tecnicismos médicos desconozco; pero en vista de que las molestias no cesaron, finalmente el doctor Gabriel Murga Gutiérrez, jefe del Servicio de Cirugí­a de Columna, de común acuerdo con su colega Carlos Rayo Flores (quien la intervino), dispusieron operarla el miércoles 25, cuyo resultado ha sido exitoso.

Mis agradecimientos a ellos y a los médicos Edwin Fernández, Silvia Velásquez, José Chamo, Henry Flores y Lily Contreras de Garcí­a por su interés y vocación de servicio, así­ como al doctor Rodas Páez.

Además de la eficiencia, eficacia y capacidad de los cirujanos mencionados debo agradecer los servicios de enfermeras y personal doméstico del hospital, y aprovecho la oportunidad de subrayar que pese a las crí­ticas que se vierten al IGSS, muchas de ellas justificadas, en lo que respecta al Servicio de Cirugí­a de Columna las atenciones son esmeradas y los pacientes tratados con diligencia y amabilidad.

Y también agradezco a todos nuestros amigos que estuvieron al tanto y que se unieron en oración para rogar al Altí­simo por la salud de Magnolia. Al Señor sea la honra.

Q- Justamente por la causa relatada, no pude asistir a la entrega del libro «Enrique Gómez Carrillo, el cronista errante», del desaparecido escritor nicaragí¼ense Edelberto Torres Espinoza, cuyo acto se realizó el sábado 28.

Las páginas de ese volumen, publicado por F G Editores, que tiene a la cabeza al olvidadizo Raúl Figueroa Sarti, «son las de un libro emotivo, casi tierno, que tiene a menudo la sabrosura de la confidencia», en palabras de Carlos Wyld Ospina, quien anota que el volumen de Torres Espinoza posee mucho de la envolvente seducción que caracterizó el arte de Gómez Carrillo.

La obra, que interesa por su amenidad y lozaní­a, se encuentra en librerí­as de prestigio.

Q- El escritor Romualdo Karriyo visita a un amigo enfermo en cierto sanatorio de pomada, cuyos propietarios son muy celosos de la privacidad de sus pacientes y médicos, y en la puerta del despacho del director lee este aviso: «Prohibido el paso, excepto para entrar».