Anónimos al poder


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El sistema de partidos polí­ticos ha fallado en Guatemala. Eso es evidente siempre, pero sobre todo ahora, en época electoral, en que deben recurrir a postular a puros desconocidos.

Mario Cordero ívila
mcordero@lahora.com.gt

 


Veo los afiches electorales, y, salvo algunas excepciones, me son desconocidos muchos de ellos. En especial, con respecto a las candidaturas de diputados –por listado nacional, distrital y Parlacen- y alcaldes; peor aún, son más desconocidos los candidatos a sí­ndicos y concejales.

Con la mejor sonrisa fingida que pudieron hacer, y después de descartar unas 300 fotografí­as, eligieron la menos peor, en la que aparecen con la cara más amable. Y, así­, los Anónimos pretenden que les dé mi voto, sin saber siquiera quiénes son, qué han hecho o qué pretenden llegar a hacer.

Están los Anónimos que ponen su cara en los afiches; no me cabe duda de que éstos aportaron fondos como financistas al partido polí­tico, y el monto de su aporte es directamente proporcional al tamaño del afiche. A algunos les alcanza para rellenar de vallas gigantes toda la ciudad y principales carreteras del paí­s, junto al presidenciable. A otros, quizá sólo una o dos vallas en puntos estratégicos. Otros, los más, en afiches y volantes. Y hay quienes que pretenden llegar al puesto con sólo publicitarse en Facebook.

Pero hay otros, más Anónimos aún, que ni siquiera lucen sus rostros en las vallas y que permanecen más ocultos y anónimos, en las últimas casillas de los listados, y que fueron incluidos para llenar la planilla. Pero, a pesar de que el partido ha desestimado ganar –según sus sondeos de intención de voto- esas casillas, los candidatos conservan la esperanza, algún chiripazo proporcionado por el método D’hondt.

Decí­a, pues, que el sistema ha fallado. Ha fallado porque es evidente que los partidos polí­ticos se han convertido en meros vehí­culos electorales, en maquilas de candidatos, que llevan en sus primeras casillas a los caciques, y rellenan con el puro bagazo anónimo las casillas que no esperan ganar.

Me parecerí­a que la Ley Electoral no ha fallado en este sentido, porque ha propiciado un mecanismo para postular liderazgos locales, a través de los comités cí­vicos, que sí­ están ideados para ser puros vehí­culos electorales. De hecho, desde este punto de vista, el espí­ritu de la ley está encaminado a que los partidos polí­ticos hayan sido primero vehí­culos electorales, pero para competir localmente por el poder, y que de ahí­ empiecen a fortalecerse.

Pero ocurre que es al revés, ya que los partidos polí­ticos en realidad se conforman con visión electoral, mientras que muchos comités cí­vicos fungen la función de los partidos, en el sentido que son formadores de democracia.

En otros paí­ses, por ejemplo, el candidato presidencial llega a serlo luego de una larga trayectoria polí­tica. A veces, puede empezar buscando un puesto de poder local, como una alcaldí­a. Después, podrí­a buscar una gubernatura o una diputación regional. Luego, el paso lógico serí­a buscar puestos a nivel nacional, siendo la candidatura presidencial la más alta aspiración para un puesto de elección popular.

Los partidos, que deberí­an estar trabajando siempre en ofrecer propuestas y en trabajar con la comunidad, deberí­a postular a esa gente que ha acreditado trabajo y que la gente llega a conocer. Pero, en realidad, ni los partidos trabajan ni los candidatos son gente del partido. Por ello, cuando llega la época electoral, los Anónimos surgen y se ubican en casillas electorales, esperando un golpe de suerte, para estar, al menos, unos cuatro años en el Congreso o en la alcaldí­a.

Aparte de los Presidenciables, y la mayorí­a de Vicepresidenciables, además de los candidatos de las primeras casillas para diputaciones, el resto de candidatos es anónimo. Como se dice popular (y peyorativamente): sólo él y su mamá votará por él. Ojalá que los partidos llegaran algún dí­a a comprender que no deben postular a esos anónimos, y que sale más barato trabajar durante cuatro años con el partido, que costeando onerosas campañas publicitarias para que el Anónimo, al menos, sea visible un mes antes de las Elecciones.