Año nuevo, corre y va de nuevo (III)


Qué distintas las épocas de estudiante, de dirigente empresarial, de dirigente polí­tico, de funcionario electo con las de ahora. Todo ello se evidencia  en mi actuar y opinar. Qué diferentes éramos los dirigentes empresariales con los actuales, muchos de ellos profesionales contratados; las opiniones no estaban subordinadas a ninguna cúpula, éramos personas con diferentes opiniones, con sensibilidad social que hoy no la hay; éramos auténticos guatemaltecos que vení­amos de diferentes latitudes.

Juan Francisco Reyes López

También recapitulé esa noche mi actuar como miembro de la junta directiva del IGSS, durante cinco años; como gerente interventor, dos años y fracción; como diputado al Congreso de la República, durante dos perí­odos accidentados por el golpe de Jorge Serrano, pero sumamente trascendentales en el proceder y la búsqueda de una mejor patria.

 

Transcurrieron igualmente mis muchos años como miembro del Frente Republicano Guatemalteco, en su comité Ejecutivo, como fiscal en el Tribunal Supremo Electoral y por supuesto los cuatro años compartiendo el Ejecutivo con Alfonso Portillo como presidente y el suscrito como vicepresidente y hoy como simple afiliado.

 

A ello debo agregar los cuatro años en el Parlamento Centroamericano, vivencia que nunca me imaginé fuera tan enriquecedora porque, igual que en CACIF, tuve la oportunidad de conocer a dirigentes empresariales de Canadá, Estados Unidos, México, Centroamérica, Venezuela, Colombia, Brasil, Argentina y Chile. En el Parlacen compartí­ cuatro años con dirigentes polí­ticos de todos los partidos de Centroamérica, incluyendo Panamá y República Dominicana, aspecto que me permitió lograr amistades con miembros del Frente Farabundo Martí­, del Frente Sandinista, del movimiento de Torrijos, con discí­pulos del profesor Juan Bosch de República Dominicana, con miembros de los partidos de derecha y del centro de estos paí­ses hermanos.

 

Me dije, por todo lo señalado debo continuar con el esfuerzo de tratar de devolver lo vivido, lo aprendido, lo mucho recibido, aun cuando a veces dude al recibir algunos de los correos electrónicos. ¿Por qué hay guatemaltecos que no saben mantener la educación, la decencia, la equidad en sus comentarios, que incluso se atreven a acusar de hechos, faltas o delitos sin ningún fundamento, que no les constan, que por su inexistencia sus afirmaciones son punibles penal y civilmente; que innecesariamente se expresan con groserí­a. Me detuve y me dije que son ellos los que más pierden y tristemente eso sucede en muchas partes; ojalá que en este nuevo año se miren al espejo, reflexionen y cambien, que critiquen, que disientan, que opinen, pero con educación y verdad.

 

Por el contrario, casi de inmediato esa noche se me cruzó por la mente  cuánto debo agradecerle a los cientos, si no a los miles de compatriotas con los que me encuentro en los centros comerciales, en los lugares públicos, que sin vacilar se me acercan, me sonrí­en y de forma agradable y positiva se refieren a mis opiniones, pensamientos y reflexiones.

 

Terminé de meditar y recordé una canción, en inglés, de mi adolescencia, de la época que viví­ en Alabama, que más o menos dice: «Cuando estoy nostálgico o triste y quiero dormir, cuento mis bendiciones, doy a Dios gracias y sin darme cuenta me quedo dormido pensando en ti».