Aniversario de La Hora y un seguidor de Hitler


   Con motivo de la celebración del nonagésimo aniversario de La Hora, y a manera de rendir tributo a don Clemente Marroquí­n Rojas y a su hijo í“scar Marroquí­n Milla, al igual que a su actual director Oscar Clemente Marroquí­n, que sucesivamente se entregaron la estafeta para que este vespertino acoja los más diversos pensamientos con absoluta libertad, divagaré en torno al derecho del informado, es decir, del lector de los diarios impresos, especí­ficamente en lo que atañe al nuevo foro público que se ha abierto por medio del blog o portal cibernético, que representa nuevas posibilidades a quienes no se limitan a leer las noticias y artí­culos de opinión, sino que participan, de hecho, en la modalidad digital de este rotativo.

Eduardo Villatoro

   El derecho a la información es de naturaleza compleja porque encierra facultades y obligaciones para quien reproduce y emite noticias y comentarios, y para quien recibe, reconoce y los resemantiza. En lo que respecta a lo que se ha dado en llamar el derecho del informado, conviene advertir que no se debe entender al sujeto que recibe las informaciones como un mero agente pasivo de la relación informativa.

   El proceso de descodificación en la interpretación que el informado realice de una noticia o de un artí­culo de opinión, desmiente que sea un simple receptor, más aún cuando está inserto en una comunidad que recicla sus informaciones, y en mérito a ello el sentido del informado está orientado a reconocerlo como agente activo en el citado ví­nculo informativo, en el cual tiene derechos reconocidos desde la concepción del sujeto universal del derecho a la información, y desde esta perspectiva el derecho sustantivo que le asiste es el de recibir informaciones y opiniones por cualquier medio, sin más limitaciones que las que dicta la moral y la ética.

   Los aspectos teóricos esbozados arriba, pretenden enlazar informaciones y artí­culos de opinión con acotaciones que escriben los lectores de noticias y comentarios, como ocurre cotidianamente en mis artí­culos que se publican en la edición digital de La Hora. Sin embargo, resulta imposible intentar repensar las apostillas de mis contados lectores a todas mis columnas, sobre todo de algunos despistados; pero en algunas oportunidades sus adiciones contienen tanta estulticia que quien las escribe parece estar alejado de la cordura.

   Vean el caso de mi artí­culo del sábado anterior acerca de la creciente desnutrición en Guatemala, puesto que la población de desnutridos aumentó del 15% del total de los habitantes, equivalente a 1.4 millones de personas en el perí­odo 1990/92, al 21%, o sea 2.7 millones de guatemaltecos que viven en la pobreza y la extrema pobreza.

   Un lector que dice llamarse Alan López, al referirse a ese artí­culo asegura: «El problema de todos ustedes, los escribientes de izquierda, es que todo lo relacionado a la pobreza es porque los ricos esto y los ricos lo otro» (sic). Agrega que en nombre de los pobres se pide de todo. Afirma que «Muchos columnistas abusan que los diarios les permitan escribir. Porqué (sic) no mejor hace un estudio investigativo acerca de la alta fertilidad en los pobres… Porqué (sic) seguimos como siempre en Guatemala arriando a los pobres. Es hora de promover la vasectomí­a y la ligadura de trompas. (de Falopio)»

   Concluye con esta frase propia de Hitler: «Los pobres son una peste para las sociedades. No las dejan progresar. Somos un paí­s productor de ladrones y prostitutas» En otras palabras, para este insulso todos los pobres son delincuentes y todas las mujeres que viven en la pobreza simplemente son putas.

    Excúseme la palabrota, culto lector.

   (En un semáforo en rojo, el lisiado Romualdo Talishte extiende la mano ante una elegante dama: -¡Tengo tres dí­as sin comer! La ricachona replica: -¡Dichoso usted que puede hacer dieta).