El pasado lunes, se celebraron los 40 años de la entrega del Premio Nobel de la Paz a Miguel íngel Asturias. Como las efemérides redondas siempre han llamado la atención, este año sí se decidió hacer una serie de homenajes. Si bien es cierto, éstos han durado todo el año, pero para esta semana, hubo, más bien, muy pocos para lo importante de la celebración.
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Debido a una notable ausencia de un homenaje «oficial» de parte de las autoridades gubernamentales, la familia más visible de Miguel íngel Asturias, principalmente su nieto Sandino, realizaron una celebración en donde se esperaba poder demostrar la vigencia de la obra y los aportes realizados por el Nobel literario de Guatemala.
Sandino Asturias tenía preparado, con mucho acierto, textos de su abuelo o sobre su abuelo, que dieron una nota emotiva; además, también logró exponer grabaciones con la voz de Miguel íngel leyendo sus propios versos. Tal como es de suponerse, los aplausos fueron muy concurridos, pues, ¿quién mejor que Asturias para hablar de Asturias?
También hubo un testimonio que fue fundamental: el fotógrafo guatemalteco Ricardo Mata contó cómo fue él el único en fotografiar a Asturias, incluso antes de que su calidad literaria fuera puesta bajo la gran lupa del Premio Nobel.
Un testimonio puede ser engañoso. Cualquiera puede decir hoy día que conoció a Miguel íngel Asturias; que lo abrazó; que comió con él; que cantó con el «La Chalana» en Suecia y París; que lo recibió en el aeropuerto; que lo despidió en el aeropuerto. Sin embargo, todo esto debe estar acompañado de una prueba fehaciente del testimonio.
Por ello, Ricardo Mata se llevó una alta nota, no sólo al relatar su experiencia con Miguel íngel Asturias, sino al demostrar su cariño y su devoción hacia él. Las fotografías de estudio que le tomó, adornaron la noche. Además, Mata fue parte fundamental de un proyecto, en donde la doctora Lucrecia Méndez de Penedo escogía algunas frases de los textos de Asturias, y el fotógrafo los ilustraba de la mejor manera posible; el testimonio es claro, rotundo y contundente: su trabajo es su mejor testimonio; relatar cómo pasó, fue puro regocijo para el alma.
También se presentó la «Suite Asturias», un proyecto de la Universidad de San Carlos, en donde se buscó la musicalidad pura en la poesía de Asturias, y luego plasmarla en un video. Tomando partes de sus novelas, el fino oído musical del doctor Igor de Gandarias, logró identificar melodías en la sonoridad asturiana y luego buscó en la cotidianidad dónde pudo haberla escuchado el Nobel literario de Centroamérica. Trabajos como éstos son los verdaderos testimonios.
Sin embargo, hubo una nota negativa en todo esto. La actividad central suponía un conversatorio en donde se explicaría la vigencia de la obra de Miguel íngel Asturias. Los textos laudatorios y las anécdotas de Asturias (en las cuales no participaba Asturias) empezaron a invadir el espacio del Centro de Cultura de España, el cual, por cierto, estaba lleno, incluso con gente de pie, quienes buscaban la mejor forma para no importunar a los que estaban sentados.
A sugerencia de Sandino Asturias, yo había preparado un trabajo que tocaría los siguientes puntos: enumerar las razones con las que se ha intentado desacreditar la obra y vida del Nobel; explicar el contenido de la tesis (debido a que ésta ha sido la más criticada), y, por último, ofrecer ejemplos concretos de los poemas, novelas y obras de teatro de Asturias, en donde refuerza el contenido de su tesis, para no considerar ésta como un «error de juventud».
Lastimosamente, fui interrumpido por uno de los mismos panelistas, cuando apenas iba por la mitad de la lectura. Me imagino que la razón que lo impulsó para truncar de golpe la ponencia, fue la incapacidad de poder aportar algo. En vista de ello, decidí parar, para que él aportara su punto de vista, el cual fue nulo.
Mi impresión fue de contradicción, pues si Miguel íngel Asturias no ha recibido el justo homenaje que se merece en el país, ha sido por actitudes como ésta. Una buena parte del rechazo que tiene la obra de Asturias en el país (incluida la tesis), es la envidia (aparte de otras razones más bien políticas). Entonces, me pareció inaudito que esta misma gente continúe interrumpiendo el homenaje a Asturias durante 40 años; al menos, hubieran dejado ese día para que se le rindiera homenaje.
Pero no; no fue posible; seguimos sin darle un homenaje; y lo peor, es que seguimos sin comprender su obra, su vigencia, su estética, su denuncia y propuesta social. Los grandes grupos de poder siguen regocijándose pues sembraron desde hace muchas décadas la semilla de odio contra Asturias, por el simple hecho de que él quiso construir nación, y si nosotros continuamos sin leerlo, si nosotros continuamos sin comprenderlo, si nosotros continuamos sin rendirle homenaje, nos estamos quedando sin uno de nuestros grandes referentes de Guatemala.
Y luego nos quejamos de que nadie lee a Asturias, o que sólo se haya leído de él «El señor presidente», pero no pueden soportar que alguien lee por 20 minutos un texto para explicar su obra.
Afortunadamente, algunos protestaron sobre la interrupción que sufrí; otros agradecieron aunque sea la mitad del trabajo que leí, y otros más pidieron (por no decir que exigieron) que les hiciera llegar el trabajo por correo electrónico. Para quienes lo quieran leer, lo he publicado en la página de Internet diarioparanoico.blogspot.com.
Pese a todo ello, y gracias a lo preparado por Sandino, el testimonio de Ricardo Mata y la «Suite Asturias», mi impresión final fue que la gente quedó satisfecha. Sirva la publicación del ensayo para completar el homenaje, y para empezar a construir nación.