ANí‰CDOTA DE CAMPAÑA


Un vendedor de pescado me comentaba que a su pueblo llegó un candidato a la Presidencia. Al principio todo era aplausos por lo que ofrecí­a; pero, cuando mencionó el abandono en que estaba el parque en el que estaban llevando a cabo el mitin polí­tico, el deterioro de las calles de la aldea y otros aspectos que hací­an falta, dijo que de llegar a la Presidencia lo primero que harí­a serí­a meter preso al actual alcalde.

Mauricio Henrí­quez / A-1 38534

 


Esto provocó que la gente cruzara los brazos sobre sus pechos y se quedaran en silencio; porque si a alguien quieren en esa localidad, es al alcalde. Una persona que se preocupa que todos los de la comunidad se encuentren bien, al extremo de que si alguien le pide ayuda para reparar el techo de su casa de lámina, este les ayuda.

Un alcalde que cuando lo invitan a almorzar con los vecinos trata de compartir con ellos si invitan también a los de su concejo municipal.
¿Y qué haces con tanta gente? Le pregunté. “Le echo más agua al caldo”, me contestó.