Por primera vez en su historia futbolística, Colombia estuvo entre los ocho mejores equipos de un Mundial. El goleador y mejor jugador del torneo de la primera ronda clasificatoria es el 10 del conjunto, James Rodríguez. El equipo fue temido por rivales y desató una euforia colectiva.
BOGOTÁ / Agencia AP
Un notable contraste con el desempeño del equipo en el Mundial de Estados Unidos de hace 20 años. Entonces, Colombia era favorito para ganar el Mundial, había goleado a Argentina 0-5 en el Monumental de River Plate y Carlos «El Pibe» Valderrama y Faustino Asprilla eran mundialmente conocidos.
Nadie pudo haber previsto la tragedia que se avecinaba: el equipo perdió en su debut contra Rumania (1-3), el mediocampista Gabriel «Barrabás» Gómez recibió una amenaza de muerte vía fax en la sede de la concentración del equipo en California y fue sacado de la alineación en el partido que disputaría contra Estados Unidos. Y el técnico, Francisco «Pacho» Maturana, estuvo a punto de renunciar a la dirección ante el incidente.
Lo más doloroso estaba por llegar: el defensa central del equipo y quien se turnaba el brazalete de capitán con Valderrama, Andrés Escobar, mejor conocido como «El Caballero de la Cancha» anotó un autogol en el partido contra Estados Unidos y diez días después cayó asesinado en Medellín.
El crimen, que entonces reforzó la imagen de que Colombia era una narco-democracia, quedó prácticamente en la impunidad, según el fiscal que investigó el asesinato.
«Yo creo que Andrés empezó a morir ese día» del autogol, dijo Jesús Albeiro Yepes, que asumió el caso como fiscal y quien todavía se pregunta en qué estaban pensando sus superiores cuando archivaron la investigación que se seguía en contra de los hermanos Santiago y Pedro Gallón.
Según declaraciones de Jaime Gaviria, primo hermano de Pablo Escobar, que aparecieron por primera vez en el documental de ESPN «Los Dos Escobar», los hermanos Gallón traficaban droga con Pablo Escobar y al ver que el capo había mandado a asesinar a dos de sus socios más cercanos, decidieron unirse al grupo criminal que entonces lideraba el extinto jefe paramilitar Carlos Castaño, «Perseguidos Por Pablo Escobar», quienes a la postre fueron clave en la caída del narcotraficante más temido de la historia.
En ese momento los Gallón no tenían ningún tipo de antecedente o proceso penal, como tampoco lo tenían muchos de los socios de Pablo Escobar. Hoy los Gallón aparecen continuamente salpicados en procesos por narcotráfico y paramilitarismo. De hecho, Santiago fue condenado en 2010 por financiar grupos paramilitares a 39 meses de prisión, una pena que ya purgó, y otro de sus hermanos, José Guillermo, fue extraditado a Estados Unidos por narcotráfico hace tres años.
La madrugada que lo asesinaron, Andrés Escobar, entonces de 27 años, salió con dos de sus mejores amigos, Eduardo Rojo y el futbolista John Jairo Galeano, quienes querían distraerlo para que pasara el trago amargo del autogol y la eliminación.
En una discoteca de la zona rosa de Medellín los amigos se encontraron con hinchas que lo increparon por el autogol. «De otras mesas empezaron a gritarle ‘autogol, Andrés, autogol»’, dice el exfiscal Yepes.
Abandonaron la discoteca, Galeano y Rojo tomaron su rumbo y el futbolista se quedó solo. Minutos después se encontró en un estacionamiento aledaño con algunas de las personas que lo habían fastidiado. «Desde el carro (Andrés Escobar) les reclamó por qué lo molestaban», dijo Yepes.
«Vos no sabes con quién te estás metiendo», le dijo Santiago Gallón al jugador en reiteradas ocasiones, según Yepes. «Cuando el conductor de Gallón (Humberto Muñoz Castro) escuchó eso, se bajó y ta-ta-ta-ta-ta-ta». Fueron seis tiros a quemarropa contra la humanidad de Escobar.
«Todavía recuerdo que le pregunté a Muñoz si los Gallón le habían dado la orden de disparar», dijo Yepes. «‘Todavía no’, me respondió».
Esas declaraciones y un vídeo de una cámara instalada en el estacionamiento que muestra claramente cómo Muñoz le descargó los balazos al futbolista y las placas del carro en el que huyó, fueron suficiente para que Yepes detuviera preventivamente a Muñoz y a los Gallón.
«El problema fue que Humberto Muñoz Castro se echó toda la culpa y desligó de cualquier responsabilidad a sus jefes», dice Yepes. «Aparte de ellos tres (los Gallón y Muñoz) no había testigos que los hicieran entrar en contradicción. Por ejemplo, que alguien pudiera decir que los Gallón dieron la orden de disparar».
Los Gallón apelaron la medida y un fiscal superior dijo que el crimen había tenido un solo autor intelectual y material: Muñoz, chófer y empleado de los Gallón.
En el documental de ESPN, el primo del capo Escobar, Jaime Gaviria, dijo que el jefe paramilitar Castaño reunió dos millones de dólares para sobornar a los fiscales que dejaron libres a los Gallón. Yepes dice no tener información al respecto.
Muñoz, que según Yepes era un hombre frío y callado, fue condenado a 42 años de cárcel. Estuvo en prisión poco más de 11 años por las rebajas que concede la ley por estudio, buen comportamiento y porque tenía derecho a pedir la libertad condicional cuando cumplió las tres quintas partes de su condena.
Medellín era entonces la capital con la tasa más alta de homicidios per cápita del mundo y la caída del capo Escobar suscitó una sangrienta guerra entre sus socios por el control del negocio, las rutas, y la denominada oficina de Envigado, donde recibían órdenes decenas de sicarios al servicio del cartel de Medellín.
La noticia de la muerte de Escobar recorrió a Colombia y al mundo entero con un escalofrío de terror. A las 3.13 de la mañana (0813 GMT) del 2 de julio, uno de los futbolistas más queridos del país, quien tenía una oferta para irse al Milán de Italia, acababa de ser asesinado.
En ese momento su hermano mayor, Santiago Escobar, se encontraba en Las Vegas. Hacia las 4.00 am recibió la noticia de «Barrabas» Gómez, el futbolista amenazado. «Andrés le había dicho al ‘Tino’ (Asprilla) que se cuidara y el que no se cuidó fue Andrés», dijo Santiago a la AP.
El entonces fiscal Yepes escuchó la noticia en un taxi. A primera hora su jefe lo llamó y le ordenó ponerse al frente de la investigación.
«Ese día entendí una cosa: cuando el estado quiere conseguir algo, lo consigue en cuestión de horas», dijo Yepes al referirse a la velocidad con que todas las entidades oficiales se unieron para ubicar con los asesinos pues en menos de 24 horas los Gallón y Muñoz Castro estaban tras las rejas. «Todo el mundo quería ayudar para esclarecer el crimen: desde el presidente de la República hasta el más humilde de los colombianos. Había un ambiente de retaliación inatajable. Yo creo que la gente hubiera linchado a esos tres tipos si hubiera tenido la oportunidad».
Mientras Yepes escuchaba la declaración de los tres detenidos en las calles de Medellín ríos de personas despedían a Andrés Escobar.
En alguna oportunidad los Gallón intentaron hablar con la familia del defensa asesinado. «Pero consideramos que no teníamos nada de qué hablar con ellos», dijo Santiago. «Por encima de Dios no hay nadie; yo creo más en la justicia divina que en cualquier otro tipo de justicia».
Veinte años después Colombia ha cambiado. Con la ayuda del gobierno de Estados Unidos, los grandes carteles de la droga, Medellín y Cali, fueron desmantelados. Los grupos paramilitares que se quedaron con parte del negocio de Pablo Escobar fueron desmovilizados en 2006 y la guerrilla de las FARC, que también asumió muchos de los negocios de los carteles, ha sido diezmada por las Fuerzas Armadas y de tener un ejército de 16.000 rebeldes, financiados por el narcotráfico, hoy quedan unos 7.000 combatientes. Sus jefes se encuentran negociando en La Habana la entrega de armas.
Miles de colombianos se ponen la camiseta de su equipo todos los días aunque Colombia no juegue y los festejos, cánticos en las calles, y las pantallas gigantes instaladas en los parques públicos para ver los encuentros, han creado un ambiente de parranda desenfrenada que ha obligado a que muchos alcaldes hayan prohibido la venta de licor cuando el equipo juega así como el uso de harina y agua para festejar los triunfos pues incitan a la pelea.
«Ahora tenemos otra Colombia, en cuanto al país y en selección», dijo a la AP Carlos «El Pibe» Valderrama desde Río de Janeiro. «No tenemos comparación alguna (con la época en que Andrés Escobar murió asesinado). Somos distintos en todos los aspectos. Esta selección puede superar lo que nosotros hicimos. Llegó el momento para nosotros demostrar que podemos estar arriba en todos los aspectos».
Dos hermanos del defensor colombiano Andrés Escobar, que hace 20 años fue asesinado a balazos, dijeron que su espíritu acompaña a la selección de fútbol de Colombia.
«En el equipo está el espíritu de Andrés», dijeron María Ester y José Escobar en una entrevista que publicó la FIFA en su página web.
Los hermanos coincidieron en que los 20 años que han pasado sin el futbolista son «implacables y dolorosos», aunque lo ocurrido no los alejó de los estadios, pues siguen apoyando en Medellín al Atlético Nacional, en el que jugaba Andrés, y ahora se encuentran en Brasil viendo los partidos de la selección colombiana.
«A veces uno preferiría que no le recuerden a Andrés todos los días, porque es realmente muy doloroso. Pero dejó su marca y es normal que suceda», dijo José Escobar.
La hermana de quien fue zaguero de la selección lamentó que el Mundial de Brasil hubiese empezado con un autogol del defensor brasileño Marcelo en el partido con Croacia.
«Eso nos trae recuerdos muy tristes y dolorosos. Pero lo bueno es entender que es parte del juego, que es lo más normal, que puede pasar. Nos alegramos mucho de estar aquí, de compartir toda la alegría que genera el fútbol con el resto de la gente», dijo.
Escobar, que tenía 27 años, marcó un autogol en un partido frente a la selección anfitriona en la primera fase del Mundial de Estados Unidos 1994.
La selección colombiana no logró clasificarse a los octavos de final y regresó al país en medio de un clima tenso por amenazas contra los jugadores, presuntamente provenientes de narcotraficantes que perdieron gruesas sumas de dinero por apuestas que hicieron por el equipo.
El jugador fue atacado a balazos en las afueras de una discoteca de Medellín en la madrugada del 2 de julio de 1994 por un hombre que lo increpó varias veces por ese autogol, según testimonios.
El defensor soportó los reclamos al comienzo, pero perdió la paciencia y le respondió, tras lo cual el sujeto, que estaba borracho, le propinó seis balazos.
María Ester Escobar comentó que prefirió salir de Medellín y viajar a Brasil a ver el Mundial porque sería muy duro estar en Colombia para el aniversario de la muerte de su hermano.
«Prefería salir de Medellín, porque allí se recordará lo de Andrés en todos los noticieros, los periódicos, y se volverá muy duro. Mejor pasarlo aquí, con la familia, y realizar una misa a nuestro regreso al país», dijo.
«El fútbol debe vivirse con intensidad, pero como un juego. Que sirva de aprendizaje para todos, que no haya violencia. El fútbol debe servir para unir al país en torno a un mensaje de paz y de amor», concluyó.
Exfutbolistas colombianos como Carlos Valderrama, Faustino Asprilla, Freddy Rincón, Adolfo «El Tren» Valencia y Óscar Córdoba rindieron homenaje a Andrés Escobar, su compañero de la selección de los años 90 y de cuyo asesinato a balazos se cumplen hoy 20 años.
Los exmundialistas recordaron con emotivos mensajes y fotografías que circularon por las redes sociales a quien era conocido como «El caballero del fútbol».
El primero en pronunciarse fue Valderrama, quien en la madrugada de hoy escribió: «Andrés Escobar siempre en el corazón de todos nosotros. Jamás olvidaremos tu bondad, humildad y lucha, te extraño hermano, te extraño».
Asimismo lo hizo Asprilla, quien en la misma red social aseguró que «20 años después, Colombia» y quienes tuvieron «la oportunidad de compartir con él todavía lo extrañan».
Córdoba, por su parte, lo describió como «un gran ser humano», mientras que Rincón se mostró «orgulloso de haber compartido con esa persona y ese caballero».
«Hoy es un día que me recuerda a ese grande y enorme ser humano que fue ese grande jugador que fue Andrés Escobar, grandes recuerdos y grandes momentos que escribimos juntos», escribió el exvolante.
Valencia recordó con gran tristeza en diálogo con la agencia dpa el día en el que se enteró de la noticia y aseguró que «fue como recibir un baldado de agua fría» porque «nunca nadie esperó que eso pasara».
«Nunca pasa por la cabeza de nosotros que haya sucedido eso, es una muerte que queda en duda y a nosotros, los compañeros de él, nos dolió mucho cuando nos enteramos de lo sucedido, no nos gustó porque era un muy buen ser humano, una excelente persona, él era un gran líder», contó a dpa Valencia.
Entretanto, familiares y seguidores realizaron en Medellín, ciudad natal del jugador que tenía 27 años cuando falleció, una serie de actividades en homenaje.
En la unidad deportiva del barrio Belén de la capital del departamento de Antioquia (noroeste) se realizó una oración al lado de un monumento de Escobar construid después de su muerte.
Asimismo, cientos de seguidores dejaron flores en la cripta de una iglesia de esa ciudad en donde reposan las cenizas del defensor, al lado de las de sus padres y un hermano.
La selección colombiana no logró clasificarse a los octavos de final del Mundial de Estados Unidos debido en parte a un autogol de Escobar en un partido frente a la selección anfitriona, y regresó al país en medio de un clima tenso por amenazas contra los jugadores.
Al parecer, narcotraficantes que perdieron gruesas sumas de dinero por apuestas que hicieron por el equipo estaban molestos por el resultado.
El jugador fue atacado a balazos en las afueras de una discoteca de Medellín en la madrugada del 2 de julio de 1994 por un hombre que lo increpó varias veces por ese autogol, según testimonios.
El defensor soportó los reclamos al comienzo, pero perdió la paciencia y le respondió, tras lo cual el sujeto, que estaba borracho, le propinó seis balazos.
Tras la muerte, el psicólogo Alejandro Arenas creó la organización «Fútbol por la Paz», que luego se unió a «streetfootballworld», que hoy organizó un evento para homenajear a Escobar en el vigésimo aniversario de su asesinato.
«Ahora podemos decir que a día de hoy transformamos el dolor en agradecimiento», dijo a dpa Arenas, cuyo proyecto propone un fútbol mixto y sin árbitros, principios adoptados a la postre por la red.
«Al utilizar el fútbol como herramienta para cambiar la sociedad, y no como un fin en sí mismo, necesariamente el deporte tenía que ser mixto», explicó a dpa Griesbeck, que también defiende la erradicación de la figura del juez para que los chicos «aprendan a resolver conflictos de manera pacífica».
Enseñar a los jóvenes a resolver conflictos en forma pacífica en la Colombia de la década de los 90′, cuando la violencia era el código de interacción «natural» de grupos que disputaban el poder -narcotráfico, guerrilla y paramilitares-, era un verdadero desafío.
«El fútbol era el único espacio en el que los jóvenes con los que intentábamos trabajar, los de grupos sociales más vulnerables, aceptaban dialogar», explicó Griesbeck.
Arenas precisó al respecto que el fútbol es «ideal» para llevar adelante tal iniciativa, debido a que su práctica «contiene elementos pedagógicos» y es un deporte «de roce», lo que hace que «se saquen afuera las expresiones». «El fútbol enseña a controlar las emociones», concluyó.
Ambos coinciden en que la sociedad colombiana de la época de Escobar y la de hoy son diferentes, y que actualmente la violencia de entonces se ha reducido significativamente.
«Si bien la muerte de Escobar impactó y dolió, los hinchas del Atlético Nacional (en el que actuaba el defensa cuando murió) estaban acostumbrados a la muerte», indicó.
Eso fue precisamente lo que llevó a fundar «Fútbol para la Paz», que junto con otros programas similares y a instancias de streetfutballworlk se convirtió en socio del gobierno de Colombia a través del Ministerio del Interior y en una iniciativa que trabaja con los «barristas» -los «barrasbravas» colombianos- y también extrapoló fronteras, ya que fue replicado en Alemania durante los dos años previos a que el país europeo organizara el Mundial de 2006.
Según Arenas, «el éxito de los proyectos sociales congregados en torno a la red acompaña una transformación social en Colombia, que tiene como una de sus principales características una remisión de la violencia».
«Hay una búsqueda por la paz y la igualdad, y el fútbol y el arte son el camino a recorrer para llegar a ellas», dijo Arenas.
Un camino que se inició con la muerte del futbolista de 27 años, cuyo espíritu, 20 años después, está presente en la selección de su país que hace historia en el Mundial de Brasil, en el que se prepara para luchar por el pase a las semifinales con el equipo anfitrión el viernes.