Descubrí la existencia del Premio Nacional de Literatura hace algunos años, cuando el Ministerio de Cultura imprimió afiches con las fotografías de Luz Méndez de la Vega, Margarita Carrera, Mario Monteforte Toledo y Luis Alfredo Arango, escritoras y escritores que habían sido reconocidos. A partir de ese momento empecé a llevarle la cuenta a ese galardón y me emocioné mucho cuando Ana María Rodas e Isabel de los íngeles Ruano lo recibieron, más aún me henchí de felicidad cuando el año antepasado se le otorgó a Marco Antonio Flores y en 2007 a Mario Roberto Morales, maestros a quienes admiró y respeto muchísimo.
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No sé exactamente cuál es la dinámica para seleccionar al premiado, imagino que llegarán propuestas al Ministerio de Cultura desde editoriales y universidades, quizá exista la posibilidad de que se presenten propuestas firmadas por un grupo de escritores, artistas o amantes de las letras, espero.
Sin embargo, desde esta tribuna, como periodista, humanista, aprendiz de escritora y más importante aún, como lectora, quiero lanzar mi propuesta, sugerir un nombre, una vida más bien dedicada al arte, a la literatura, a la creación. Me atrevo a nominar a Carmen Matute, la mujer, la poeta, la gestora cultural.
Si esta propuesta no tiene peso en esas instancias, va esto como un llamado a los libreros, a las escuelas de letras de las universidades, a las y los escritores solidarios y consientes, a las autoridades del Ministerio de Cultura.
Yo sé que un premio como tal no corona la vida de las y los escritores, ni siquiera cambia su estatus, ni lo lleva a presentar su obra a otras latitudes, pero sé, y creo además, que hay que reconocer lo bueno, que hay que saber levantar la copa y decir salud por quienes lo merecen, y estoy segura de que muchas personas coincidirán conmigo en que Carmen es un buen ejemplo de una vida que dedica sus letras a Guatemala.