«Mil veces he transmitido la información sobre los explosivos», usados en los atentados del 11 de marzo de 2004 (191 muertos), se defendió reiteradamente hoy en el macrojuicio el marroquí Rafa Zouhier, confidente de la guardia civil, que se declaró «superinocente».
«En 2003 avisé que ’esta gente quiere vender 150 kilos’» de explosivos. «Mil veces he transmitido la información sobre los explosivos», reiteró Zouhier durante un agitado y largo interrogatorio en el séptimo día del megaproceso por los atentados del 11-M reivindicados en nombre de Al Qaeda.
«Sí informé», respondió Zouhier, de 27 años, cuando el fiscal de la Audiencia Nacional, principal instancia penal española, Javier Zaragoza, le preguntó si entre julio de 2003 y marzo de 2004 informó a la Unidad Central Operativa (UCO) de la guardia civil española sobre la venta de esos explosivos entre los islamistas y la denominada «trama asturiana».
Según la guardia civil, Zouhier no dio ninguna información sobre los explosivos robados en una mina de Asturias (norte) cuyo principal imputado es el ex minero español José Emilio Suárez Trashorras.
Trashorras, confidente de la policía en Avilés (Asturias), y contra quien la fiscalía pide 38.670 años de cárcel, la máxima pena de entre los 29 acusados, comparecerá el martes ante el tribunal. El ex minero seguía con rostro serio el interrogatorio de Zouhier, igual que Rabei Ousmane Sayed Ahmed, alias «Mohamed el egipcio», uno de los presuntos «cerebros» de los ataques.
Zouhier, otrora streaper y lavandero, que aseguró haber escrito una carta al rey Juan Carlos proclamando su inocencia, y a quien el fiscal reprochó haber cambiado siete veces su declaración ante el juez, negó haber estado involucrado en el tráfico de explosivos y prefirió presentarse como un aficionado a discotecas y drogas.
Dijo que en octubre de 2003 participó en una reunión en un McDonalds de las afueras de Madrid en presencia del marroquí Jamal Ahmidán «El chino», supuesto jefe operativo de los atentados, y de Suárez Trashorras, pero que no se habló de explosivos sino de venta de droga.
«Ahí no se habló de explosivos (…) Se habló de 60 kilos de hachís» y de una deuda de Trashorras, insistió un verborrágico Zouhier, por momentos nervioso y sobrador, a quien se acusa además de haber ido a Asturias con Jamal Ahmidán a buscar la dinamita.
De los 200 de explosivos Goma 2 Eco robados en la mina Conchita que la célula islamista obtuvo a cambio de hachís, más de 100 fueron usados en los cuatro trenes suburbanos que estallaron el 11-M.
«Â¡Qué culpa tengo yo de los explosivos que explotaron en los trenes!. ¡Si yo había avisado de los explosivos!», insistió Zouhier, a quien el presidente del tribunal, el juez Javier Gómez Bermúdez llamó varias veces al orden, al punto de decirle en un momento «Â¿se quiere callar de una puñetera vez?».
El interrogatorio de casi tres horas de Zouhier, contra quien la fiscalía pide 20 años de cárcel, se produce el mismo día en que un informe preliminar de los explosivos usados el 11-M concluye que se usó Goma 2 Eco, descartando la «teoría de la conspiración» impulsada por la derecha española sobre la participación de ETA en estos atentados.
El argelino Nasreddine Bousbaa, contra quien la fiscalía pide 11 años de cárcel por colaboración terrorista, negó antes haber falsificado pasaportes a pedido de Jamal Ahmidán y condenó los atentados.
«Los que hicieron los atentados no son musulmanes», sostuvo Bousbaa.
El libanés Mamoud Slimane Aoun rechazó haber tenido vínculos con Jamal Ahmidán en la venta de drogas para financiar los atentados del 11-M y también condenó los ataques.
«No hay suficiente palabra para condenar ese atentado (…) Le han hecho mucho mal no sólo a los españoles también a los musulmanes», dijo Slimane antes de echarse a llorar.
El marroquí Mohamed Moussaten, sobrino de Youssef Belhadj, uno de los supuestos «cerebros» de los atentados de Madrid, negó ayer el contenido de su declaración sumarial que involucraba a su tío en el 11-M, y afirmó que lo dijo por coacción policial.
«Todo lo que he dicho a raíz de mi tío ha sido bajo amenazas (…) La policía me decía lo que tenía que decir pues si no amenazaban a mi padre, a mi madre y a toda mi familia», relató Moussaten, de 23 años, ante el tribunal en Madrid del macrojuicio por los atentados del 11 de marzo de 2004 que causaron 191 muertos y 1.824 heridos.
En su declaración sumarial ante el juez Juan del Olmo, instructor de la causa, Moussaten había asegurado que su tío le había dicho que juntaba dinero para la Yihad (guerra santa), que éste se había vuelto más religioso, que hablaba con él de la Yihad y que le había propuesto ir a Afganistán e Irak.
Según esa declaración, su tío Youssef Belhadj -acusado de ser el portavoz de Al Qaeda en Europa- también le había dicho que «estaba de acuerdo con el 11-M pero le parecía poca cosa».
Pero el lunes, Moussaten, que sólo respondió a las pregunta de su abogado defensor, no ratificó ninguna de sus declaraciones anteriores.