El retiro parcial de las tropas británicas de Irak es no sólo un golpe político de uno de sus más firmes aliados al gobierno de Estados Unidos, sino que amenaza con sumir a zonas iraquíes en el caos, advirtieron analistas.
Funcionarios del Pentágono desestimaron que el retiro de cerca de una cuarta parte del contingente de 7.100 efectivos británicos en los meses venideros tenga un impacto en las operaciones diarias de la fuerza estadounidense.
Pero Nora Bensahel, experta en terrorismo del Rand Corp, comité asesor que trabaja con la Fuerza Aérea estadounidense, dijo que el nivel de la seguridad en el sur de Irak, que actualmente es manejable, se deteriorará con la salida de las tropas británicas.
«Ciertamente no hay más actividad en el sistema estadounidense para desplegar más tropas en el sur, donde pareciera que es necesario», indicó Bensahel.
«Así que si el nivel de violencia efectivamente aumenta luego del retiro británico -y pienso que es un escenario muy probable- podría ser problemático para Estados Unidos», subrayó.
Michael O’Hanlon, experto militar del Instituto Brookings, expresó que una reducción de las fuerzas británicas en el sur es un riesgo aceptable ya que la región de aplastante mayoría chiita parecería menos propensa a caer en el caos.
«Pienso que la real preocupación, y de allí que me muestre más infeliz que feliz con la noticia del día, es que, por supuesto, lo que necesitamos realmente es que los excedentes de fuerzas británicas se coloquen en Bagdad, no que se vuelvan a casa», dijo.
«Y la razón por la que no se mueven a Bagdad tiene que ver más con la política británica que con el juicio de que tenemos abundantes tropas propias en el centro y norte de Irak», indicó.
«Así que lo que vemos es que el más acérrimo aliado en esta guerra perdió el valor o la base política que sostenía esta presencia», agregó.
Aunque con una situación de mayor calma si se compara con Bagdad y las áreas dominadas por los sunitas al norte y oeste de la capitaol, Basora ha sido escenario de estallidos de violencia entre milicias chiitas rivales.
El año pasado, las fuerzas británicas lanzaron la operación «Simbad» para depurar las fuerzas de Basora, controladas por milicias, dentro de los preparativos para traspasar a los cuerpos locales las responsabilidades en materia de seguridad.
Pero analistas advierten de luchas intestinas en el futuro, producto del conflicto entre las milicias para tener supremacía en la región, rica en petróleo, y a través de la cual discurren los caminos que usan los militares estadounidenses para transportar suministros.
«Será como un experimento como cuando uno destapa algo para ver qué pasa, en el sentido de que las tropas británicas han sido efectivamente un muro de contención para las batallas abiertas en el sur de Irak», dijo Justin Logan, analista de políticas extranjeras del centro de estudios Instituto Cato.
Asimismo, analistas señalaron que el anuncio británico, que se produce cuando Washington planea aumentar con 21.500 soldados sus tropas en Irak para frenar una escalada que apunta a una guerra civil, es un golpe político y un distanciamiento entre los dos cercanos aliados.
«Los británicos ya ven el fin, observan que no va a mejorar», indicó Logan, quien explicó: «Es decir, que no lograremos establecer una sociedad más democrática, liberal y secular».
El contingente británico en el sur de Irak caerá a 5.500 soldados en los meses venideros, cuando sea transferido el control de la provincia de Maysan a los iraquíes, y por debajo de 5 mil posteriormente este año cuando consolide sus fuerzas en Basora.
Lo que quede del contingente británico seguirá resguardando la frontera con Irán, protegiendo las vías de suministro con Kuwait y entrenando fuerzas de seguridad iraquíes. Estará en Basora hasta 2008.
Asimismo, Dinamarca anunció también que retirará sus 450 soldados en Irak, que están bajo mando británico, en agosto.
Pero el vicepresidente estadounidense Dick Cheney no mostró pesimismo: el retiro británico es «en realidad una confirmación de que hay zonas de Irak donde las cosas marchan bien», dijo en una entrevista televisiva.
El príncipe Enrique de Inglaterra, tercero en el orden de sucesión del trono, irá a Irak como militar, anunció hoy el ministerio británico de Defensa.
El hijo del príncipe Carlos de Inglaterra y la fallecida Diana de Gales, de 22 años, partirá a Irak con su regimiento, el de la Caballería Real Azules (Blues and Royals of the Household Cavalry), indicó un vocero del ministerio británico.
Los regimientos destacados en Irak, entre los que se halla el del príncipe Enrique, «servirán durante un periodo de seis a siete meses» en Irak, «aunque algunos pueden servir por periodos más cortos», señaló un comunicado de la cartera de Defensa.
Antes de graduarse el 12 de abril de 2006 como oficial en la Real Academia Militar de Sandhurst (suroeste de Londres), Enrique dejó claro que quería servir en una zona de guerra.
«No voy a haber ido a Sandhurst y luego quedarme sentado en casa mientras mis muchachos están peleando por su país», dijo el príncipe, que es el segundo hijo de Carlos de Inglaterra, en una entrevista cuando cumplió 21 años.
El joven príncipe –que hasta ahora siempre ha ocupado las portadas de los periódicos sensacionalistas con sus imágenes saliendo de un club nocturno, besando a una chica o disfrazado de oficial nazi– siguió en enero el OPTAG (Operational Training And Advisory Group), un entrenamiento destinado únicamente a los militares que servirán en Irak.