Democracias endebles, fragilidad social, marginación del desarrollo económico, esa es quizás la definición más próxima a lo que acontece con los Camisas Rojas, un movimiento de desplazados con fines políticos que desde hace algunas semanas ocupan el corazón financiero de Bangkok.
Un efecto de acción prolongada al corazón financiero de una de las economías asiáticas con mayor crecimiento, pero paradójicamente una nación con una gran inestabilidad. «Las reformas políticas han ido siempre por detrás de las económicas» Thomas Fuller, una economía desarrollada con un sistema político tercer mundista, me hace recordar mi artículo en este Vespertino sobre los ciclos económicos y políticos, cuando se observa una distancia marcada entre uno (P) y otro (E), la inestabilidad y la ingobernabilidad tienden a ser más visibles.
El problema de Tailandia, a mi entender, continua siendo el de las democracias sustentadas sobre sistemas financieros fuertes pero con una estructura productiva que privilegia al mejor capacitado, en pocas palabras margina aun más al marginado. Con un desarrollo medio, similar al de México, su fuerza laboral (de más de 36 millones) acrecienta la falta de oportunidades en el interior de la Nación lo que produce un fenómeno de macro cefálico de cinturones de desplazados, similar al que vive Manila u otras urbes asiáticas, este es un gran reto y se constituye en un movimiento de masas fácilmente moldeable por la crisis que sin duda golpea.
Otro elemento a considerar es el de los «tabúes» de identidades sociales milenarias que entremezclan la deidad con la política, debido a su ubicación e influencia de la China e India, que visualizan en muchísimas oportunidades a los políticos en altares y no en tarimas, esto aleja la posibilidad por el momento de grupos radicales con tendencia islámica.
Sin nada que perder, la ciudad es la jungla, no hay punto de retorno, ese es el paradojismo de un sistema capitalista que no se aproxima a las masas urbanas.
Puede ser que el movimiento de los Camisas Rojas no tenga el éxito deseado: elecciones anticipadas y más democracia participativa, lo cierto es que habrá de generar conciencia social y en su momento podría despertar nuevamente en una insurrección si la dirigencia política de Tailandia no rectifica el paso y no entiende finalmente que democracia y desarrollo son sinónimos.
Los camisas rojas son a mi entender un movimiento de masas «centro -periferia focalizado» de tremenda captación mediática, así se definiría en términos de lucha, dejando de lado el tradicional esquema de guerrilla urbana, para constituirse en todo un fenómeno social, una ciudadela revolucionaria.
Otro elemento a tener en cuenta en el movimiento de los Camisas Rojas es la identificación de la dirección política: ¿Quién los financia? ¿Cuáles son los intereses que prevalecen? ¿Quién la coordina?, esto juega en contra del propio movimiento por cuanto la inteligencia militar tailandesa conoce que el financiamiento proviene del derrocado presidente Thaksin Shinwatra, derrocado en 2006.
Cierto es que el centro financiero de Bangkok en estos momentos se ha convertido en una trinchera política, mediática y militar, integrada por idealistas, una intifada moderna que movidos por la desesperación desafían las órdenes de desalojo. Ni el temor a que se les juzgue como terroristas ha movido en sus pretensiones a este movimiento de masas urbano, desesperados y sumidos en lo que consideran un movimiento justo, no tanto de idealistas, sino de desesperados por un sistema injusto.
Prometo continuar ahondando en temas de análisis coyunturales en la medida que los mismos despierten el interés de los que amablemente leen y comentan mis columnas.