Es de las ciudades más jóvenes de Europa. Nació como un pequeño poblado de pescadores que vieron atractivo el sitio para trabajar y vivir. La ciudad fue fundada como tal en el año de 1275 y se ubica entre la bahía del Ij y una parte del río Amstel. Hoy es la meca cultural de referencia y el centro de peregrinación obligada de los jóvenes que tienen a la ciudad como una referencia de la libertad. Es ampliamente afamada por su tolerancia, liberalismo, diversidad y la mente abierta de sus habitantes.
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Es cierto. Desde que se sale del Aeropuerto Schiphol, un ambiente de tranquilidad se respira por toda la ciudad. El desesperante ruido de los motores de los vehículos es silenciado por el rechinar de las bicicletas que, cuales hormigas, se apoderan de sus calles y puentes. Y es que otra de las famas que tiene ímsterdam es la enorme cantidad de bicicletas, no por nada se le considera el centro mundial de la «cultura bici». La totalidad de las arterias están adaptadas con carriles especiales, de color naranja, para circular con tranquilidad. Se puede dejar la bicicleta en cualquier sitio, dándole un mayor atractivo al panorama. Hay unos 700 mil ciclistas en la ciudad donde habitan cerca de 750 mil personas. Sí, es común ver a la gente fumando marihuana.
Cabe recordar que en Holanda este tipo de droga es tolerada, y permitido su consumo con libertad, pues según las autoridades que le dieron vía libre a su comercialización se trata de un problema de salud y no un delito. Por ello existen decenas de coffeshops distribuidos, sobretodo, en el casco central recibiendo, sobretodo, la visita de extranjeros que gracias a este tipo de productos han incrementado las cifras de turismo y divisas por este concepto.
La hierba se vende «a la carta», en la cual el usuario puede seleccionar la procedente de varios países: Líbano, Marruecos, Colombia, etcétera. No trato de hacer propaganda, ni nada por el estilo, mucho menos que se convierta esto en una apología de su consumo, cada quien tiene la libertad de hacerlo, y más cuando las condiciones legales están a su favor.
El caso de los holandeses es interesante, y sin duda merece siempre un comentario largo y tendido al respecto. Y es que Amsterdam se ha convertido en un paraíso turístico para relajarse con este tipo de droga, tanto así que tienen su propio museo dedicado al tema.
¿Qué pasaría si en Guatemala o en el resto de los países donde muchos de los conflictos internos estriban, de un modo u otro, en el mercado del narcotráfico, decidieran copiar el ejemplo holandés? Muchos, seguro, saltarían de la emoción; otros, verían afectadas sus inversiones en ese mercado o de plano se convertirían en empresarios del ramo. Nadie lo sabe. No quise tampoco responderme tanto. Pero la duda surgió al ver la cantidad de personas que llegan a la ciudad nórdica sólo para consumir con libertad lo que en otros lados les causa problema.