Ampliación del Transmetro


Se ha publicado que la Municipalidad de Guatemala tiene contemplado implementar en un plazo relativamente corto una ampliación del Transmetro para cubrir, por lo menos, del Centro Cí­vico a las inmediaciones del Obelisco, en la confluencia de las zonas 9, 10, 13 y 14, además de un ramal más ambicioso que pueda llegar por lo menos a la zona 6 y que sea la base de una eventual ampliación a la zona 18.


Dadas las dificultades del tránsito que se dan actualmente en Guatemala y la ausencia de medios eficientes de transporte público, es del caso alentar a que se implementen esos ramales que se están considerando, pero en el entendido de que los mismos tienen que tener alimentación local mediante nuevas rutas que tienen que diseñarse para surtir adecuadamente al Transmetro que operará en grandes ejes transversales.

En las actuales condiciones económicas es impensable alguna otra solución que implique la construcción de ví­as subterráneas o elevadas, por lo que la opción del Transmetro se perfila como la que tiene mayor viabilidad económica para enfrentar la crisis que se agudiza todo el tiempo por el incremento de la cantidad de vehí­culos que abarrotan nuestras calles y avenidas que no fueron diseñadas para albergar tal cantidad de automotores.

Ciertamente la operación de las rutas de Transmetro implica, como ha ocurrido con el primer ramal que recorre la calzada Aguilar Batres y la Avenida Bolí­var, sacrificio para los automovilistas particulares que ven reducido el espacio en el que pueden circular. Pero cuando se observa la cantidad de usuarios que tiene actualmente ese sistema de transporte colectivo tenemos que entender que se trata de uno de esos casos en los que el interés general prevalece sobre el particular y que si se diseñan bien las rutas y se mantiene la calidad y seguridad del servicio, muchos vecinos de la capital optarí­an por utilizarlo para sus desplazamientos cotidianos, aliviando así­ la presión que ejerce el auto que transporta generalmente a una persona.

Lo que es definitivamente cierto es que no podemos esperar de brazos cruzados a que pasemos la época de vacas flacas sin entrarle de lleno a buscar las mejores soluciones al tema del transporte colectivo. Con lo que se ha gastado en subsidios, Guatemala podrí­a tener ya un sistema eficiente, seguro y confiable operando con costos muy razonables. En cambio, seguimos tirando el dinero a la basura, y pagando deudas polí­ticas, al dar un subsidio que no es objeto de control ni repercute en mejoras en la calidad del servicio que se ofrece a los usuarios.