En estos días muchas de las columnas de opinión en los distintos medios de comunicación abordan el tema electoral y sea de manera abierta o encubierta, se notan las tendencias de apoyo a cada uno de los candidatos y de la severa crítica que se les hace, según las inclinaciones y simpatías de quienes las escriben. En La Hora los columnistas tienen amplia libertad para expresar sus preferencias y el único requisito que les planteamos a los colaboradores es que se abstengan del insulto y que escriban con base en hechos y no convertirse en caja de resonancia de la enorme lista de rumores que circulan en estos días en contra de los dos contendientes.
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El ideal es que quienes manifiestan su apoyo lo hagan de manera abierta y declarada, sin subterfugios como los de un “analista†al que invitan a varias radios y tiene una columna semanal en un matutino, quien no dice que es asesor de campaña de uno de los dos contendientes y ofrece sus opiniones como si fueran imparciales. Cuando la licenciada Gladys Monterroso me comentó que era candidata al Parlamento Centroamericano por el partido de Manuel Baldizón, le dije que lo importante era decirlo abiertamente para que quien la lea sepa a qué atenerse en cuanto a sus simpatías. No creo que un columnista de opinión tenga que ser imparcial en sus juicios, porque al fin y al cabo lo que escribe son opiniones muy personales y nada malo tiene que alguien tenga algún sesgo.
Lo que no se vale es presentarse como imparcial, objetivo e independiente ofreciendo “análisis†que en el fondo constituyen ataques a uno de los candidatos para apuntalar la postura de otro. Así como nuestros políticos tienen que cambiar, los periodistas tenemos que entender cuál es nuestra verdadera función en un proceso electoral. En otros países los diarios más respetados expresan editorialmente su apoyo y recomiendan el voto a favor de algún candidato, pero en la parte informativa mantienen absoluto equilibrio. En Guatemala no hemos llegado aún a esos niveles de madurez cívica, más allá de lo político, que permite analizar detenidamente las diferencias entre propuestas que hacen los partidos y recomendar, de conformidad con la ideología o criterio de cada quien, que se vote a favor de uno de los candidatos.
En La Hora hemos leído fuertes y muy puntuales ataques contra los dos candidatos a la Presidencia de la República por razones más que variadas. La postura editorial de La Hora, expresada antes de la primera vuelta, es que ninguno de los candidatos aborda el tema de la fragilidad del Estado y el secuestro que de la democracia hacen los financistas; nadie toca el asunto de la necesidad de una profunda reforma para cambiar un modelo que está obviamente agotado porque no permite la constitución de un efectivo mandato del pueblo sino que los mandatarios terminan viendo como sus mandantes a los que les dieron el dinero para alcanzar el poder y ese vicio, esa perversión del modelo, hace imposible pensar en soluciones para las necesidades más urgentes del país.
En esa virtud no podemos aceptar la tesis de que Pérez o Baldizón constituyen la salida al problema del país porque ninguno de los dos parece entenderlo o, por lo menos, admite públicamente cuán profunda es la crisis. Nadie admite ni asume que para refundar nuestro país hace falta más contribución de los ciudadanos, incluyendo desde luego una reforma fiscal profunda que a partir del control y la calidad del gasto pueda incrementar los ingresos para garantizar una inversión social que no se dilapide en proyectos personales de ambición de poder.
Pero nuestros columnistas hacen bien en expresar sus apoyos y simpatías cuando son abiertas y no solapadas en forma hipócrita.