Julio Donis
La geografía política de América Latina no es la misma de hace medio siglo, tiempo en el cual varias de sus naciones estaban sumidas en conflictos internos, sus pueblos eran víctimas de represiones y sus economías eran sujetas de fórmulas de ajuste estructural.
En orden con la naturaleza del cambio social, el mundo de hoy se ha transformado y hay un presidente electo como Barack Obama en Estados Unidos y uno como Hugo Chávez en Venezuela. La mayoría de los países que sangraron con guerras internas terribles, han suscrito sus respectivos acuerdos de paz, dando paso a sus paquetes de reconstrucción auspiciados por la cooperación internacional y apañados, cada uno, por estados que también necesitaban reconstrucción, estados que apenas sí se pueden llamar así. Los conflictos que antes fueron de clase hoy son de género, de etnia, de medio ambiente, como si la pobreza y la riqueza se hubieran resuelto para todos.
De hecho las situaciones de injusticia social que exponen varios de los países de América Latina y el Caribe, han demostrado no solo la inviabilidad de las recetas neoliberales, sino de la imposibilidad que la democracia avance como modelo de desarrollo. Esto es especialmente ilustrativo en ámbitos como el guatemalteco, en el cual ni siquiera hubo un desarrollo capitalista sino un desarrollo del subdesarrollo; lo que empezó con el golpe a Arbenz y la imposición de Castillo Armas, posteriormente las oligarquías se encargaron de asegurar durante décadas la forma de capital oligárquico.
Esta descripción no es del todo uniforme a todas las latitudes de la América Latina. La verdad es que en el Caribe y en Centro América, los rezagos en la autodeterminación van un poco más atrás de lo que ha avanzado en dignidad política, países como Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina y aun Brasil. Esta reflexión tiene como objetivo, destacar cuál es la importancia de la región en el contexto de factores de la coyuntura internacional, tales como el recambio en el liderazgo político de Estados Unidos, el papel de economías como la de China y Rusia; pero también en el marco de elementos que son de estructura como el papel hegemónico de Estados Unidos, el agotamiento del petróleo o la crisis de las finanzas mundiales.
La reflexión va recreada por las atinadas ideas que Atilio Borón, sociólogo argentino, que recientemente compartió en una conferencia convocada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y la Universidad Rafael Landívar, evento que centró la discusión en el efecto que aquellos avances dignificantes en el sur de América, pueden mover en el centro del continente.
De entrada hay que decir, el Presidente Obama, el mismo que se apresta a cerrar la cárcel de Guantánamo y retirar las tropas en Irak, debe enfrentar más que eso, debe confrontar la involución que suscitó la doctrina Monroe como base de la política exterior estadounidense norteamericana, para asumir que Washington necesita de Latinoamérica, y esto no quiere decir desconocer los pesos específicos sino de no perder de vista, hechos como el creciente electorado hispano en EE.UU. por decir algo. Ese reto cruza de lleno con lo que se ha venido sugiriendo sobre la importancia de este continente en el escenario actual, y la capacidad de autonomizarse de varios de sus países. Es el caso de Bolivia y de Venezuela más claramente.
Borón describió exhaustivamente las cercanías o lejanías que tiene la parte central de América con aquellas autonomías en el sur; asimismo, detalló la voluntad política de ésas en relación a esta subregión, en el plano de la perspectiva de un esfuerzo de orden más estratégico. Más allá de eso, lo respetable para esta reflexión es la identificación de lo que guardan estas tierras latinas y caribeñas, y que me ayuda a definir el cuestionamiento del título de esta entrega. Tiene que ver con el modelo capitalista que engulle todo y agota hasta la última gota de recursos que sobre todo, son finitos. Si se acaba en un sitio del planeta se buscará en otros lugares hasta vaciar la tierra.
Algunos hechos: la política de la administración Bush en territorios medio orientales dejó como consecuencia miles de muertos (tanto iraquíes como estadounidenses) y una complejidad social y política de tal envergadura, que el acceso al manto petrolífero de la zona ha demostrado ser de un costo económico muy elevado, obviamente político también. Otro hecho, la centralidad del ALCA en la agenda interamericana se ha desdibujado casi por completo, dejando nada más TLC´s bilaterales entre Estados Unidos y Chile, con Costa Rica, México, entre otros. Tercer hecho: cada vez más hay proyección o acercamientos de países como India, China, Rusia, Irán, con contrapartes en América Latina (la relación estrecha de Costa Rica con China a cambio de los ofrecimientos de Taiwán dan cuenta de esto).
En el ámbito financiero, las grandes economías del primer mundo se preparan a enfrentar varios años de recesión frente a iniciativas como la creación del Banco del Sur, que da muestra de una determinada robustez del sistema financiero. Un último hecho es en el ámbito militar; se reactiva la IV Flota y en el sur se consensúa el Consejo Sudamericano de Defensa.
Si bien aún es prematuro, diría, menos categórico que Atilio, dos cosas: la primera, no está clara si un hilo conductor, que parece estar tejiendo algo a lo largo de Latinoamérica, corre el riesgo de enredarse en regiones como la guatemalteca o la colombiana, cada una por sus propias limitaciones. Segundo, aún está por verse la importancia de esta región en la agenda estratégica de la administración Obama, que con seguridad no remite solo al tema migratorio.
Todo lo anterior para decir al parecer se están reordenando los grandes poderes mundiales sobre esta región, porque tesoros vitales esperan su explotación; por decir tres: el petróleo, el agua y la biodiversidad. Dichos recursos bien pueden reconfigurar el mapa de poderes para la próxima década. No es coincidencia la alusión que se hace, en la última entrega del agente 007, sobre el agua en territorio boliviano.
La batalla pasará por lo ideológico y aún está por verse si la región será bodega estratégica para extraños, u orgullo de propios con autonomía.