Ambiente anegado de lágrimas


Entre la euforia múltiple con desbordante alegrí­a, propia de la época, relativa a Navidad y Año Nuevo, el ambiente está anegado de lágrimas. Qué cambiante es la existencia; pronto el gozo toma dirección diferente o antí­poda. También que presto cunde el torrente de amargura en infinidad de connacionales, motivado en extremo por causas ajenas a lo común.

Juan de Dios Rojas

Ocasiones mantenidas hacen brotar cataratas de lágrimas en el entorno adverso a quienes sufren incontables momentos sin consuelo. Invaden el rostro del lí­quido conmovedor surgido de los ojos. Más aun de un sentimiento fatal. Personas ante la pérdida de un ser querido sienten un derrotismo cruel, imposible sea sustituido tras el curso del tiempo inexorable.

La situación actual que asola del accionar de ilí­citos bajo la impunidad a familias conforme cifras alarmantes, resulta el origen definitivo. En ese orden abundan a tí­tulo de magnitudes tremendas, como imploraciones al Altí­simo que les brinde cristiana resignación. Capaz de, a semejanza del ave Fénix, deje de ser un mito y tenga realidad a corto plazo.

Hay lágrimas caudalosas y constantes de padres de familia, sin empleo o subempleo también, con la vista nublada y el alma su par, en una situación desesperante. Mesa sin pan, tampoco elementos de la canasta básica, que al ver las conmemoraciones aludidas, experimentan angustia a gran escala. Esposa entristecida, junto al jefe del hogar, lo mismo que los hijos.

Vistos están rí­os de lágrimas por parte de la niñez cuando en ese estado dramático de cosas, perciben lo imposible sea recibir un regalo navideño. Salen a veces furtivas ante sus padres intranquilos, comparables a las olas del mar, convencidos que es imposible la realización del natural sueño sentido durante semanas de semanas, previas a las conmemoraciones.

Las compuertas que son escape se abren con intensidad incomparable, inundando el rostro de las personas designadas como adultos mayores. La época especí­fica genera una dulce nostalgia, ensombrecida a la vez de tristeza. Viven ya solamente de recuerdos del ayer lejano, cuando su familia estuvo integrada totalmente y gozó de felicidad con justicia y nobleza.

Los casos atinentes en demasí­a de connacionales con enfermedades terminales son verdadero calvario para ellos mismos y para sus familiares que les rodean, atienden y cuidan. Ellos en condición de afectados derraman abundantes lágrimas conmovedoras, conscientes del cuadro dramático que protagonizan. Máxime si se encuentran en condición de adultos mayores.

Tómese en cuenta con toda la severidad que implica dentro del cuadro aludido social, a las legiones de indigentes cuya situación impresionante rebasa tal circunstancia implacable. Multitud de lágrimas, imposible de enjugar, por cuanto quién por ellos, si conforman un segmento de abandonados y olvidados. Sirve entonces de escape aquella expresión de languidez.

El numeroso grupo de inmigrantes, en su recorrido, pleno de experiencias en suma, constituyen con aquel a veces inútil sacrifico y esfuerzo grandioso, objeto de lágrimas derramadas en silencio tremendo. Escenas imponderables debido al caso incierto, a la suerte sin suerte. Al evocar en momentos difí­ciles a quienes dejó al partir, lloran lágrimas de sangre.

Trasladar en letras el sufrimiento de las personas viudas, mueve a considerar de verdad su dolor amargo, digno de generar algo que mitigue aquel duro estado entre la colectividad. Por regla general existe indiferencia y ausencia de atención debida de autoridades competentes. Incluso actualmente suele mostrarse ausencia de asistencia social.

Impera en los privados de libertad el sentimiento de culpa, también un marcado sufrimiento resultante de dicha condición. Lágrimas ocupan lugar ponderante en sus sentimientos, a punto de traer a la mente los instantes que fueron motivo de regocijo cuando gozó de completa libertad. Corazones atormentados por el curso que orilló su vida. Hay lágrimas dondequiera.