Amantes de la esclavitud


Ahora que cumplí­ 50 años de haber dejado el internado en el Instituto de Varones de Chiquimula, donde me educaron, me medio dieron de comer y en cierta forma tení­amos servicio médico, lo que no se me olvida es que prácticamente fui un prisionero por 5 años, aunque tal vez no me hubiera dado cuenta, si en lugar de 5 años, hubieran sido 50 años, pues bien dicen que el hombre es un animal de costumbres, pero como probé la libertad, me gustó.

Guillermo Castañeda Lee, Ced. R-19 No. 997, Teculután, Zacapa

Entre las cosas más perfectas que he visto en mi vida, está una finca ganadera que visité hace como 35 años, donde el dueño nos explicó todo el régimen alimenticio que le daban al ganado, veterinarios para atender cualquier enfermedad de éste y mantenerlo sano, el precio de compra, de venta, etc., pero nunca se nos ocurrió preguntar como revisaban el ganado en esa inmensidad de hacienda.

Durante la estancia en ese lugar, creí­mos imposible que se tuviera control de todo el ganado, pues todo era demasiado grande, pero en la tarde, vimos a un trabajador pararse en un cerrito que habí­a enfrente de la casa que se puso a sonar un cuerno como unos 10 minutos. La sorpresa que llevamos es que desde el bosque iban apareciendo decenas, cientos y no sé cuántos miles de animales que se dirigí­an hacia un paso angosto, donde estaban los veterinarios que los veí­an pasar y de cuando en cuando apartaban a alguno. De repente aparece el dueño y nos dice, así­ como lo tenemos bien alimentados, bien curados, así­ también lo mantenemos bien educado.

Nunca he oí­do que alguien hable bien y que admire a este hacendado por la forma que trataba a estos animales, pues me imagino que han de decir, era su ganado y así­ tení­a que tratarlo.

Sus animales eran su carta de presentación ante el mundo ganadero y sentirse el todopoderoso. A pesar de que nadie admira a alguien por tratar el ganado como ganado, que después lo ve en las grandes destazadoras, pero en pleno siglo XXI adoramos a personajes por que tratan a su pueblo de forma similar a como trata un finquero a su ganado, sólo por el hecho de darles de comer, salud y educación se da el lujo de mantenerlos prisioneros en su finca. Aliviados estamos los humanos creyendo que la poesí­a sale de la salud y de la educación, cuando la poesí­a nace del alma y de la inspiración, pero parece tener más sentimiento y sabidurí­a aquella que nace de la opresión. Por eso algunos paí­ses producen buenos poetas.

Por eso dicen los viejitos de mi pueblo, cuando a uno le enseñan a leer, puede ser para liberar tu alma o para oprimirla, todo depende de lo que te den a leer. Si te dan a leer poetas que aman la libertad, te hacen hombres libres, si te dan a leer poetas que aman al esclavista, te vuelven esclavo.