Despierto feliz de escuchar el trino delicado de los pajarillos madrugadores que llenan el ambiente de música celestial.

Salgo al jardí­n a contemplar las rosas y veo las hierbas que embriagan mis sentidos con su deslumbrante perfección y belleza.

Observo a las pequeñas mariposas que danzan en los vaivenes de la brisa, dejando en el aire las huellas de su dulce libertad.

Me dispongo a partir hacia mis obligaciones con el alma rebosante de alegrí­a y el deseo de hacer de esta jornada un peldaño al éxito definitivo.

¡Sé que este dí­a será el mejor de mi vida!