Amados y criticados


Cristiano Ronaldo, í­dolo del Real Madrid. FOTO LA HORA: AFP FRANCISCO LEONG

Leo Messi, Cristiano Ronaldo y Cesc Fábregas son tres claros ejemplos de superestrellas amadas en sus clubes, pero que no han podido rendir al mismo nivel con sus selecciones nacionales, algo que intentarán cambiar con el Mundial de Sudáfrica-2010.


Ganador del Balón de Oro y el FIFA World Player 2009, año en que logró seis tí­tulos en el Barcelona, Messi genera en el hincha argentino amor y fastidio al mismo tiempo, tras no brillar en las eliminatorias y los amistosos de la «era Maradona», a pesar de que todos lo esperan como el salvador.

«Es totalmente diferente jugar en Barcelona a ir a la selección. Cambian los compañeros, cambia el sistema. No quiero decir que los compañeros de acá sean mejores. La selección Argentina tiene los mejores jugadores del mundo. Pero tenemos poco tiempo y cambia todo», explica Messi a la prensa cuando le preguntan sobre el tema.

«Si me toca jugar en el Mundial es una buena oportunidad para demostrar eso, tener el mismo nivel de Barcelona en la selección. Yo soy el primero que me critico y más que nadie. Soy el primero en querer cambiar eso y no tengo dudas que lo voy a hacer», prometió la Pulga.

A su compatriota Carlos Tevez le pasa lo mismo. Rey del nuevo Manchester City, cuando se viste de celeste y blanco se nubla, tanto hacia la red como en su entrega, que le ha valido muchas amarillas y algunas expulsiones infantiles, fruto de la impotencia.

«A veces venir a la selección es más sufrimiento que goce, nos dicen que no tenemos hambre de gloria y los periodistas no saben lo que hacemos por esta camiseta», puntualizó Carlitos, al borde de la explosión por las crí­ticas que recibe por su bajo rendimiento con Argentina.

Su competencia, Sergio Agí¼ero, es un calco, pese al margen de confianza que les da Maradona.

Pese a ser un hombre excepción a la hora de jugar, Messi no lo es en ese tema.

De hecho, al portugués Cristiano Ronaldo, del que heredó los principales galardones individuales, también le ocurre lo mismo. A pesar de su época dorada en el Manchester United y el arranque golpeador en el Real Madrid entregó fantasí­a en cuentagotas en la Seleccao.

CR9 se perdió el repechaje decisivo contra Bosnia, en busca del billete para Sudáfrica-2010, y pasó sin pena ni gloria por las eliminatorias, en que su paí­s terminó segundo, sin recibir guiños del «Golden Boy» cuando más lo necesitaba.

Parte de la prensa lo señaló por borrarse de algunos partidos, a lo que Cristiano respondió.

«Ellos saben lo que yo he dado por la selección de mi paí­s. Yo jugué con la selección el dí­a que murió mi padre. Simplemente me gustarí­a que me respetasen más. Me da mucha pena que en Portugal duden de quién soy yo. Espero que quienes me critican abran los ojos y recapaciten», disparó en su momento.

Amo y señor del Emirates Staduim desde la partida de Thierry Henry a Barcelona, el armador Cesc Fábregas maneja los hilos del Arsenal a su antojo y su técnico Arsí¨ne Wenger lo erige cada vez que puede como lí­der de los «Gunners».

Sin embargo, el joven jugador catalán, criado en la cantera barcelonesa de La Masí­a, todaví­a no pudo asentarse en la «Roja» absoluta, más allá de que fue el lí­der de su generación juvenil cuando participó en los Mundiales Sub-17 y Sub-20.

De hecho, para Luis Aragonés durante la consagración en la Eurocopa-2008 lo tení­a como el jugador número 12 y hoy en dí­a Vicente del Bosque mantiene esa tesitura, dejándolo por detrás de Xavi e Andrés Iniesta, los cerebros de España.

Messi, Cristiano y Fábregas tendrán chances de revertir ese concepto del 11 de junio al 11 de julio.

Aunque no serán los únicos. El francés Yoann Gourcuff, sucesor natural de Zinédine Zidane que no logra imponerse en los «Bleus», es otro claro ejemplo.

El uruguayo Diego Forlán, máximo anotador de la Liga española en 2009, también fue atacado por la diferencia de nivel que muestra con la Celeste y sus goles de genial factura vestido de rojiblanco, donde este año fue decisivo para conquistar la Europa League.

Aunque estas historias tienen sus antí­tesis. Hay jugadores que se crecen con la nacional, pese a la imagen desteñida que dan en sus clubes, como ocurre con el alemán Lukas Podolski.

Mejor joven del Mundial-2006, «Podo» ha caí­do en picado desde entonces.

Fracasó en el Bayern Múnich y regreso al modesto Colonia. Sin embargo, su seleccionador Joaquim Lí¶w lo considera indispensable y cada vez que juega la «Mannschaft», la zurdita de Podolski resulta a menudo desequilibrante.