Alto riesgo


El ambiente que prevalece equivale a la expresión de Alto Riesgo en nuestra capital, y por extensión el paí­s en general. Viene de lejos, sin embargo, los colapsos recientes ponen al desnudo dicha condición, capaz de colocarnos en desventaja ante los ojos del mundo.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Significan alto riesgo, uno tras uno, los sucesos acaecidos del todo violentos, con el añadido tremendo de ubicarse en las sendas del crimen organizado. Cuando escapa a ojos vistas el satisfactor natural de la seguridad, cimiento a la vez y derecho inalienable de los seres humanos, falta algo primordial.

Eso mismo deviene en la ausencia del turismo extranjero, fuente directa de ingreso seguro de divisas, en beneficio puntual de nuestra economí­a. Estamos en las cercaní­as de Semana Santa, ocasión propicia que siempre incrementa considerablemente corriente, de preferencia proveniente del istmo centroamericano, y por salvadoreños, debido a ser más vecinos.

Los sucesos lamentables también constituyen un enorme valladar a la inversión extranjera, en el contexto de los tratados y tendencias de la globalización, imán que beneficia al comercio e industria, al fomentar a lo grande el consumismo, aunque la población esté en trapos de cucaracha.

Alto riesgo es actualmente el hundimiento aterrador ocasionado en algún sector del Barrio San Antonio, zona 6 capitalina; ha sido algo anunciado por cuanto fue precedido de retumbos y sismos. Varias familias y viviendas resultaron el saldo trágico del fenómeno, atribuido a fallas en el colector principal y alcantarillados conexos.

Lo peor del caso resulta que en otras zonas citadinas presentan ese mismo diagnóstico situacional, circunstancia que refleja cierta dosis de negligencia por parte de las autoridades. ¿Fallas en el subsuelo? ¿Planificación urbaní­stica sin prever la poca firmeza del propio subsuelo?

También existe alto riesgo en diversos departamentos del paí­s, reflejado en obras de infraestructura fí­sica, tales como puentes, hundimientos y derrumbes en la red vial. Tampoco escapa a este calificativo el caso de edificios gubernamentales, municipales y pertenecientes a la iniciativa privada. Es de sentir la camisa levantada.