Alocado tránsito de vehí­culos


No se puede pedir lo que no se tiene. Por ejemplo, a un niño no le podemos exigir responsabilidad si no ha sido bien formado y educado, de manera consistente y sobre todo ¡permanentemente! Los buenos resultados rara vez se ven de inmediato, el éxito se alcanza a través de irle guiando y orientando antes y cada vez que incumple normas de sana convivencia, de tal manera que vaya sintiendo él mismo las ventajas que se obtienen de vivir sana y correctamente en sociedad. De esa cuenta, es y seguirá siendo mi insistencia mejorar la calidad educativa de los niños de hoy, hombres y mujeres del mañana, para que puedan enfrentar mejor no solo las dificultades de la vida, sino evitar aquellas contingencias que tarde o temprano se le van a ir presentando.

Francisco Cáceres Barrios

Algo muy importante de tener en cuenta es que nunca es tarde para formar o educar, aunque bien sabido es por todos que mediante se va aumentando la edad, también se va haciendo más difí­cil adquirir buenos hábitos y costumbres, sin embargo, fuera a través de la dolorosa experiencia o de apreciar ejemplos que por su enorme evidencia se explican solos, también se convence a los adultos, siempre y cuando se haga con la insistencia y claridad necesaria.

Digo lo anterior, después de leer y analizar la petición formulada por la Policí­a Nacional de Tránsito de Guatemala, en la página 31, del Diario La Hora, del pasado martes 14 de los corrientes, en que se pide a los conductores de vehí­culos automotores «responsabilidad», especialmente en la época actual cuando por razones obvias aumentan considerablemente los accidentes de tránsito, mientras esa entidad lleva muchos años de ser la responsable por no haber educado, formado, adiestrado y capacitado a la población para que el tránsito y la conducción de vehí­culos automotores no fuera sí­mbolo de desorden, anarquí­a, pésimo comportamiento e incapacidad de hacer las cosas bien.

Si bien es cierto que esa responsabilidad también es del gobierno central, no se puede negar que han sido incapaces hasta de modificar, reformar o innovar el obsoleto Reglamento de Tránsito en vigor, mucho menos de llevar a cabo lo que antes mencionamos de educar y formar al conductor, el que triste y lamentablemente solo copia malos ejemplos alejados del elemental raciocinio, educación y cortesí­a, a pesar de sus graves consecuencias ¿Se podrá entonces exigir a un conductor ignorante que respete los lí­mites de velocidad permitida, cuando los mismos empleados municipales en sus verdosos vehí­culos son los primeros en violar esa y muchas normas más?, ¿cuándo usted ha visto en los medios, estimado lector, una educativa y formativa campaña publicitaria, distinta a solo vivir proyectando la imagen del Alcalde para satisfacer sus intenciones de reelección presidencial, la que transgrede las normas legales que nos rigen?, ¿Serán acaso tales comportamientos dignos ejemplos a imitar por nuestros anárquicos conductores de vehí­culos?