Desde la antigüedad, tanto los religiosos como filósofos, pensaban que la tierra era plana y que después del horizonte había un abismo infestado por monstruos marinos.


Por fortuna, un día apareció un Capitán llamado Cristóbal Colón quien, poco convencido por los mitos y creencias religiosas, creía en la esfericidad de la Tierra, y con tres carabelas españolas zarpó en busca del Nuevo Mundo.
En efecto, el Descubrimiento de América realizado por Cristóbal Colón, en 1492, es un acontecimiento histórico sin precedentes; único en la historia de la humanidad. Debido a que con la hazaña marina colombina, se rompen las fronteras tanto geográficas como intelectuales de la Europa de finales del siglo XV.
El 12 de octubre de 1492, que fue cuando Cristóbal Colón desembarcó en una pequeñita isla del hemisferio occidental –que los indios locales llamaban Guanahani– es una fecha que inaugura el nacimiento de una nueva época histórica marcada, sobre todo, por la creencia y convencimiento en las posibilidades humanas para explorar, entender y dominar el mundo. Es gracias a Cristóbal Colón que el hombre se redescubrirá y se convertirá en el dueño y poseedor de la naturaleza.
UN ALMIRANTE JUDÍO
El origen italiano del Almirante es algo aceptado por la mayor parte de historiadores. Está probado que Colón nació en la ciudad de Génova, Italia, en 1451; y murió en Valladolid, España, el 20 de mayo de 1506. No obstante, ha habido polémica en torno a sus orígenes. Y con el paso del tiempo han surgido otras teorías que proponen un origen catalán, portugués o español, entre otras. Pero la mayor parte de dichas propuestas no han pasado, por ser poco convincentes, el examen de los especialistas. La comunidad científica las ha rechazado por carecer de pruebas irrefutables. Son, pues, teorías más especulativas que cognitivas.
Y pareciera que el mismo Colón y su familia son responsables de las dudas y misterios respecto a sus orígenes. Debido a que Colón mismo nunca quiso hablar mucho sobre sus orígenes o sobre su familia. Y el hijo de Colón, Hernando Colón, complicó aún más las cosas al dejar asentado, en la biografía que escribió sobre el Almirante, que su padre no quería que se conociera nada sobre su origen familiar ni sobre su patria de origen. Esto es un hecho extraño que deja las puertas abiertas a cualquier tipo de especulación.
Por ello, entonces, habría que preguntarse sobre la razón de tanto misterio en torno a los orígenes del navegante. Y una hipótesis bastante cercana a la verdad es que la causa de tanto secreto es debido al miedo que Colón tenía de sus orígenes mismos y los que, al revelarse, podrían causarle problemas muy serios. Pero ¿qué tipo de filiación personal, religiosa o familiar eran peligrosas en la España de finales del siglo XV? Y como Colón no era ni turco ni musulmán la única posibilidad que nos queda es la del origen judío.
En efecto, muchos datos históricos –el círculo de amigos y protectores de Colón y los que financian la aventura marina del Almirante– inducen a pensar que, con certitud, Colón era judío. Y fue, precisamente, por su situación de judío que Colón siempre quiso guardar en secreto todo lo concerniente a su pasado, familia y orígenes. Es por eso que nunca escribió nada sobre sus orígenes. Y recuerde, lector / a, que en ese tiempo ser judío era algo peligroso en España, pues los españoles de ese tiempo eran especialistas en antisemitismo. Y recuerde, también, que los judíos, quienes fueron expulsados de España el mismo año del descubrimiento, tenían muchas limitantes y prohibiciones en la vida social, política y económica de España.
UN NOMBRE MÍSTICO
Cristóbal Colón era un hombre muy culto y un tanto místico. Y producto de sus lecturas y creencias religiosas, estaba convencido que la divinidad le había elegido para la gran aventura descubridora y para propagar el cristianismo en los territorios de los pueblos llamados –en ese entonces– bárbaros, salvajes e incivilizados. Y resulta sorprendente –o misterioso si prefiere– que su nombre signifique, precisamente lo que Cristóbal Colón realizó. Cristóbal Colón es el primero que, oficialmente, llega al Nuevo Mundo y, con esto, se vuelve también el primer colono, O sea, el que primer individuo que toma posesión y se asienta en el “nuevo mundo”. A la vez, Colón es el que primero lleva el cristianismo a América. Y ahora, amable lector / a, preguntémonos lo siguiente: ¿Qué significa el nombre del Almirante de la Mar Océano?
Pues bien, el patronímico del Almirante, Cristóbal, se origina del latín Christophorus el que, por su lado, se origina del griego Jristos y Phero que traducidos significan <el portador de Cristo>. Y el que transporta al Cristo significa, simbólicamente, el que lleva la “palabra”, o sea, el cristianismo. Por eso es que San Cristóbal es representado llevando cargado al niño Jesús. Mientras que el apellido del Almirante, Colón, significa el que primero se asienta, se instala o llega a un lugar.
Es un hecho interesante que en la mayoría de lenguas europeas existen similitudes en conceptos como colonia, colono, colonial y colonialismo. En idioma español decimos colono pero sorprendentemente, en francés se dice colon. O sea, pues, que el Almirante tuvo el nombre que, exactamente, correspondía a su profesión de colonizador del Nuevo Mundo y portador de la nueva religión en América, del cristianismo.
COLÓN Y LA MODERNIDAD
Por otro lado, y como ya lo sugerimos al principio del presente artículo, somos de la opinión que Cristóbal Colón, con sus viajes descubridores, se encuentra al origen de una nueva temporalidad histórica que concierne no solamente a Europa, sino también a América y, en general, al desarrollo histórico de la humanidad.
Con el descubrimiento de América se producirá un rompimiento histórico en el que las concepciones, creencias y mitos medievales –fundados en el fanatismo religioso– se volverán caducos y obsoletos. Mientras que el desarrollo científico, gracias a la exploración marítima y el encuentro con el “nuevo mundo”, fundarán una nueva era edificada en el conocimiento racional y la observación empírica.
Es gracias a sus viajes fue posible un cambio radical en el desarrollo histórico. Gracias al Almirante desaparecieron las fronteras geográficas -impuestas por las creencias religiosas-; se consolidó la expansión europea -se ampliaron tanto las rutas como el comercio-, y se produjo una revolución en las concepciones tradicionales de Occidente en torno a la Geografía, la Teología, la Filosofía, el Derecho y, entre otras, la Cartografía. Pero, sobre todo, un cambio radical en la visión que el hombre tenía de sí mismo.
El descubrimiento de 1492, de las llamadas Indias Occidentales –que es otro de los nombres con que fuera bautizado el continente americano, hasta ese momento desconocido– es el comienzo de una nueva forma de pensar, de ver y de experimentar el mundo. Esa nueva temporalidad filosófica es la Modernidad.
O sea, 1492 no significa únicamente el descubrimiento de América, sino también el nacimiento de la Modernidad. Colón es quien, con su descubrimiento, funda la Modernidad como nueva época histórica. Y Cristóbal Colón es, indudablemente, el primer hombre moderno de la historia.
¿POR QUÉ AMÉRICA Y NO COLOMBIA?
Algunas veces, la historia es absurda y sin sentido y Cristóbal Colón es un buen ejemplo de esto. Pues, no obstante haber realizado el descubrimiento del “nuevo mundo” y cambiar el rumbo de la historia, Colón murió pobre, sin gloria y casi en el anonimato. Y ¿sabía usted, paciente lector/a, que el nombre con el que fuera bautizado nuestro continente, América, es el producto de un error histórico?
En efecto, el nombre de América es el producto de un trágico error de cartografía. Y no es seguro si fue la falta de información o la mala intención la causa de tan fatal error. Pues el nombre de nuestro continente debería de ser –por justicia y lógica histórica– Colombia y no América. Debido a que el descubridor –oficial– del continente americano, hasta finales del siglo XV desconocido de los europeos, fue Cristóbal Colón. Pero resulta que, no obstante, Colón fue el que descubrió América, el nombre de nuestro continente se origina del nombre de otro navegante famoso llamado Américo Vespucio.
Y el responsable de tan fatal error fue un cartógrafo alemán llamado Martin Waldseemüller quien, en abril de 1507, publicó un nuevo Mapa Mundi en el que, por querer hacer bien, cometió el error garrafal de bautizar al “nuevo mundo” con el nombre de América en honor a Américo Vespucio.
Y lo que sucedió fue que, por desgracia, Colón nunca escribió que había descubierto un nuevo continente, pues pensaba que había llegado a la India; de ahí que bautizara a los habitantes de América con el nombre de Indios. Mientras que Américo Vespucio, quien viajó después de Colón, escribió una carta en la que hablaba que estas nuevas tierras eran, en efecto, un nuevo continente. Y dicha carta, por mala suerte, llegó a las manos del cartógrafo alemán, Waldseemüller, quien al publicar el nuevo Mapa Mundi, incluyó los nuevos territorios descubiertos – ¡por Colón!- pero los bautizó con el nombre –en femenino– de Américo Vespucio: América.
Esperemos, pues, lector/a, que un día la historia corregirá tan lamentable injusticia y nuestro continente sea -una vez – rebautizado con el nombre de Colombia. Debido a que, justa e históricamente, es así como se debería de llamar y no América. Y el nombre de América bien se lo podríamos dejar –sin pena alguna– a los norteamericanos quienes, erróneamente, tienen la mala costumbre de llamar así a su país.